Moratinos recordó que su primera visita a la isla, hace dos años y medio, se produjo "en un contexto en el que Cuba estaba aislada de la comunidad internacional" y abrió "un nuevo camino, una nueva manera de fortalecer las relaciones" con este país, que tiene "enorme importancia" para España. "En esta segunda visita puedo expresar que es una normalidad visitar Cuba. No sólo el ministro de Asuntos Exteriores español, sino que ha habido muchos visitantes europeos, latinoamericanos, presidentes, jefes de Estado, ministros", agregó.
Según Moratinos, la de 2007 "fue una visita controvertida", pero ahora "es una visita de normalidad, que tiene como objetivo seguir fortaleciendo las relaciones con un gran país para España como es Cuba, y significa también una oportunidad de ir preparando la presidencia española de la Unión Europea".
España impulsó en 2008 el levantamiento de las sanciones diplomáticas que impuso la UE al gobierno de La Habana en 2003, a raíz de tres fusilamientos y el apresamiento de 75 disidentes, dos tercios de los cuales siguen encarcelados. Aquellas sanciones se limitaban a reducir las visitas oficiales a la isla e invitar a disidentes a los cócteles en las embajadas, algo que siguen haciendo los estadounidenses pero ya no los europeos. Pero Cuba no considera plenamente normalizadas las relaciones con Europa todavía, porque se mantiene la "posición común" aprobada en 2003 a instancias del anterior presidente del gobierno español, el conservador José María Aznar, y Moratinos es partidario de eliminar también ese escollo.
El ministro, que llegó a última hora del sábado a La Habana, comenzó ayer su agenda de trabajo con un recorrido por La Habana Vieja, donde comprobó "el peso de tiene España en este país", según dijo a periodistas al terminar el recorrido. Después tuvo una entrevista con el arzobispo-cardenal de La Habana, Antonio Ortega, y un primer almuerzo de trabajo con su colega cubano, Bruno Rodríguez.