Morón y Arahal se quedan sin extranjeros

Estas dos localidades ocupan el cuarto y sexto lugar como pueblos con menos foráneos.

el 01 ene 2014 / 22:00 h.

Karin chilena residente en Morón Morón de la Frontera y Arahal ocupan el cuarto y sexto lugar como localidades con menor número de habitantes extranjeros. Recientemente se celebró el día del migrante, un fenómeno muy actual hoy día ya que la difícil situación económica que está atravesando el país ha puesto sobre la mesa el alto número de personas que salen fuera de nuestras fronteras buscando una salida a la crisis. No obstante, en los últimos años, se está asistiendo a otro fenómeno difícil de asumir y es el alto número de inmigrantes que se marchan a sus países de origen o que descartan sus planes de venirse a vivir a España. Una cruda realidad que ha situado a dos municipios sevillanos en el top ten de los menos habitados por extranjeros ocupando el cuarto y sexto puesto respectivamente con un 1,29 por ciento en Morón de la Frontera y un porcentaje del 1,37 por ciento en Arahal. La precariedad laboral y la situación económica son los principales motivos por los cuales son más reticentes a trasladarse a estos municipios donde tradicionalmente se ha vivido de la aceituna. Al menos, así lo ve Miguel Ángel Márquez, alcalde de Arahal, quien curiosamente nacía en Francia, aunque se trasladaba a vivir a Andalucía con 18 años. El hecho de que sus padres fueran españoles amortiguó el cambio drástico en cuanto a las costumbres y la integración entre sus paisanos. No obstante, para él, “la mezcla intercultural ayuda al ser humano”. Esa es su experiencia como residente en un barrio multicultural francés donde “convivíamos sin problemas españoles, argelinos, magrebíes, etc. De hecho, mi personalidad y lo que soy hoy día se lo debo a ello”. A pesar de su vivencia, él comprende las cifras ya que en Arahal “era complicado encontrar trabajo en el verdeo en tiempos de bonanza, algo que se ha convertido en imposible ahora con la crisis. Actualmente, no se dan las condiciones óptimas para que puedan vivir aquí de una manera digna”. Lo mismo piensa Karina, una madre de familia chilena, que comparte alegría y penas con otras siete familias de Chile que eligieron Morón como lugar de residencia. La tranquilidad de la localidad y el hecho de que ya hubiera otras familias de la misma nacionalidad les animó a fijar su residencia en la Sierra Sur, cuando su marido se trasladó a trabajar a Sevilla. A pesar de vivir en una ciudad abierta, los primeros años, la familia de Karina recelaba de sus vecinos españoles. El hecho de venir de un pequeño pueblo de Chile marcó su mentalidad. De hecho, su mayor miedo eran sus hijos “ya que desde allí se veía muy abierta la mentalidad española y mi temor era que mis hijos se descarriaran. Con el tiempo me he dado cuenta que fue un gran error porque no me puedo quejar de nadie”. Para hacer más llevaderos los primeros meses, la familia González hizo piña con los vecinos extranjeros residentes. Ahora puede presumir de contar con grandes amigos entre sus vecinos españoles. No obstante, Karina considera que el hecho de ser tan pocos hace que se cobijen más entre ellos y, de hecho, cuando llega algún inmigrante a Morón intentan integrarlos entre su grupo de amigos. Sin embargo, desde hace años, ve que el número va disminuyendo progresivamente debido al miedo a la crisis. Aunque su marido sigue trabajando, percibe con incertidumbre el futuro. Teme el momento de coger la maleta y marcharse a su ciudad natal. Algo que espera no se haga realidad nunca.

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