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"Muchas jóvenes creen que la igualdad es una lucha caducada"

Esta psicóloga social es autora junto con Yolanda Troyano del libro La violencia machista en el cine. Materiales para una intervención psicosocial.

el 10 dic 2011 / 20:39 h.

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Trinidad Núñez imparte clases en la Facultad de Comunicación, en la Cartuja.

"Estoy cansada de estar peleando por intentar cambiar las cosas. Es políticamente correcto hablar de género, se lleva, está bien visto, hasta puedes recibir subvenciones si trabajas en género... Pero si rascas un poquito en muchas personas que están trabajando en género -de las que no voy a dar nombres-, éstas dejan mucho que desear. Se les escapa por muchos poros de la piel que es eso, algo circunstancial". Trinidad Núñez, psicóloga social, acaba de presentar el libro divulgativo La violencia machista en el cine. Esta profesora de la Facultad de Comunicación lleva dos décadas luchando por la igualdad y, aunque asegura que está cansada, su discurso y su apasionamiento la delatan. Seguirá en la brecha, seguro, aunque ella misma no lo vea tan claro.

-Quizás el problema es que no hay relevo para mujeres que como usted llevan décadas luchando por la igualdad.
-A veces, el relevo que hay es falsísimo. Y, por otro lado, está el espejismo de la igualdad. Hay muchas mujeres jóvenes que entienden que no hace falta involucrarse en este asunto, que ya está todo ganado. Que esta es una lucha pasada de moda, que está caducada. Sin embargo, la publicidad, los titulares de prensa y las películas siguen tratando de manera desigual a las mujeres y los hombres.

-En el libro plantean la necesidad de educar en valores. Pero esa educación empieza desde pequeños. ¿No se aborda nada sobre el cine infantil?
-Este libro no tiene como objeto tratar el cine de animación. Lo hemos hecho anteriormente. Hace unos años me centré en analizar las películas de Disney. Y expresamente las que llevan nombres de mujer. Y he podido establecer una categoría de hombres y mujeres Disney. Concretamente, hay tres tipos de mujer Disney: princesas, cuyo objetivo último es casarse y no van a ser felices hasta que no se casen; las reinas, cuyo único objetivo es tener hijos; y las brujas, que no tienen hijos propios, se dedican a molestar a las hijas de los demás y, además, son ambiciosas. Esto último es terrible, perverso, porque significa que las mujeres no podemos ser ambiciosas, y si lo somos, somos unas brujas. Cercenan la capacidad de las mujeres de progresar. En este libro hablamos de otras películas, como Ágora o Quiero ser como Beckham. Proponemos fichas para trabajar con once películas.

-¿Cuántas de las películas que están hoy en cartelera siguen ninguneando a la mujer?
-Muchas. La conciencia de género se pierde porque está el mercado. Lo primero es vender, los planteamientos de género son secundarios. Pero esto tiene consecuencias. Si no se trabaja, se escapan los prejuicios en películas que aceptamos como divertidas, entrañables, como por ejemplo Erin Brockovich. Tiene violencia simbólica: ella aparece con el niño en brazos. A las mujeres se nos dice que podemos salir al ámbito de lo público siempre y cuando no dejemos el privado, que es nuestro. Eso nos lo dicen con imágenes que no van a la razón sino a la emoción. Y le recuerdo una cosa: las mujeres estamos preparadas biológicamente para parir. El cuidado es una cuestión social.

-Pues si manda el mercado y hay que educar en valores, ¿la opción es que existan subvenciones que propicien o den salida a guiones en los que se aborde la igualdad o la lucha contra la violencia machista?
-Pues lo que yo estoy en estos momentos planteándome, y sé que es muy incorrecto, es que las subvenciones lo que han conseguido muchas veces en enredar. Por conseguir subvenciones se han hecho proyectos que los que los dirigían ni se lo creían, pero quedaba bien. Lo que hay que tener es ganas de cambiar. ¡Si esto no necesita dinero! ¡Si esto empieza en casa! Puedes encontrarte con una película incorrecta o violenta. Lo interesante es saber verla.

-De lo que se trata entonces es de tener herramientas con las que saber mirar el cine.
-Claro, es que no podemos pedir que no haya publicidad no sexista. Eso sería ideal, pero no es la realidad. Si tienes una película como Amanecer donde dos chicos se están peleando por la virginidad de la chica, lo que tienes es que saber verla con ojos críticos. Subrayar qué está pasando ahí. A lo mejor Quiero ser como Beckham no tenía la pretensión de educar en valores. Salió simplemente porque era un guión divertido.

-¿Cuál es la labor de los docentes en este asunto de la educación en valores?
-Un momento, un momento. Los docentes y la familia. Esta labor tiene que ser compartida. La familia no puede quitarse de en medio. Tiene una responsabilidad con su propia familia. Estamos mal de tiempo pero no podemos cargarle esta responsabilidad a los docentes. Por otro lado están los medios de comunicación, los grandes socializadores. Tiene que haber perspectiva de género en la formación de los profesionales porque si no se les escapa. En mis clases trabajamos los prejuicios y estereotipos. Miremos la película Pretty woman, por la que las cadenas se pelean: qué bonito y qué romántico que una mujer sea comprada. Qué romántico que un hombre te salve. Esto no es solo perjudicial para las mujeres, también para los hombres.

-De hecho, el hombre que quiera escapar de ese rol que se espera de él corre el riesgo de ser señalado.
-Los estereotipos se alimentan a sí mismos. Hay que sacar fuera lo que se nos queda archivado para evitar que se quede interiorizado el estereotipo. No estoy de acuerdo en absoluto con el personaje de Homer Simpson. No quiero que los hombres sean los tontos y las mujeres las listas. No me interesa la hipercorrección.

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