Cultura

Mucho arte y mucha guasa

Un monólogo desvergonzado y chispeante que nos sumergió de lleno en el universo musical del cabaret.

el 12 oct 2013 / 21:15 h.

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Obra: Las mujeres que hay en mí Lugar: La Carpa, 10 de octubre Idea original, Dirección e Interpretación: Paz Alarcón Calificación: *** La Carpa es un espacio alternativo para las artes escénicas, una aventura que la compañía Varuma Teatro no dudó en abordar en pleno corazón de la crisis. Pero por lo general, cuando se arriesga se obtienen buenos resultados y en muy poco tiempo esta singular sala se ha ganado la complicidad del público y los compañeros de profesión. Pudimos comprobarlo el pasado jueves con esta propuesta de Paz Alarcón, un monólogo desvergonzado y chispeante que nos sumergió de lleno en el universo musical del cabaret. La historia va desgranando diferentes pasajes de la biografía de la actriz y cantante que la perfilan, tal y como ella misma se define, como una persona que por su doble condición de mujer y artista se ve abocada a compaginar diferentes roles, como el de profesional responsable y madre, mientras su ánimo pasa de querer sumergirse en el ambiente superficial y frívolo que envuelve el cabaret, a entregarse de lleno a la pasión del proceso creativo. Todo ello sin olvidar su condición de amante que necesita ser amada, con lo difícil que resulta conseguir eso en estos tiempos. Al menos eso es lo que se desprende de las anécdotas sobre su vida amorosa que Paz tiene a bien compartir con el público. Claro que, tal y como ella reconoce al final del espectáculo, como toda obra de teatro se trata de un juego de ficción revestido de verdad, pero lo único auténtico y verdadero es la capacidad de la artista para mantener al público embobado con sus anécdotas y sus canciones, cuya interpretación en directo caldean el ambiente y dibujan en el espectador una indeleble sonrisa. Y es que, si algo destaca en este espectáculo es que, tal y como está concebido, a pesar del derroche de plumas y el poder seductor de las medias de red y los corpiños, llega un momento en que el espectador tiene la sensación de estar asistiendo a una charla distendida con una amiga que nos abre su alma, al más puro estilo andaluz, con mucho arte y mucha guasa. Se trata de un ejercicio arriesgado sin duda, que delimita un ritmo escénico un tanto irregular, aunque por fortuna la interacción de la actriz con el público y los temas musicales del final elevan el climax y el espectáculo termina con una sentida ovación.

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