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Muere apuñalado el dueño de una hamburguesería de la Alameda

Unos amigos encontraron el cuerpo en su negocio de la calle Joaquín Costa, donde también residía,  la madrugada del pasado lunes.

el 13 jul 2011 / 12:06 h.

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La hamburguesería en la que se produjo el crimen.

Podría tratarse de un robo o de una venganza por algún altercado previo, puede que incluso contra el anterior dueño del local. El grupo de Homicidos de la Policía Nacional mantiene abiertas todas las hipótesis sobre la violenta muerte del dueño de la hamburguesería La Trastienda, en la calle Joaquín Costa, paralela a la Alameda de Hércules, que fue encontrado apuñalado la madrugada del lunes por unos amigos. El cadáver estaba en el interior del pequeño negocio, en el que la víctima también tenía su vivienda, y que ha permanecido cerrado y con una de sus entradas precintadas con cinta policial desde entonces. En la cerradura exterior de la puerta aún pueden verse los restos de polvo blanco dejados por la Policía Científica al tratar de extraer huellas dactilares.

Los motivos de la agresión todavía se están investigando y permanecen protegidos por el secreto de sumario decretado por el juez. Tanto, que la Policía no confirmó ayer hasta última hora que se tratase de una muerte violenta ni facilitó más datos que el del hallazgo del cuerpo, pese a la evidente gravedad del suceso.

Fuentes cercanas al fallecido, sin embargo, explicaron que la víctima fue encontrada apuñalada por unos amigos, que fueron los que dieron la voz de alarma. Los vecinos se enteraron del suceso al escuchar el jaleo provocado por el trasiego policial sobre las seis de la mañana del lunes, poco después de la hora habitual de cierre del negocio, cuando se produjo el levantamiento del cadáver.

Manuel Flores, de 43 años y natural de Isla Cristina, Huelva, vivía en Sevilla desde hacía muchos años. Desde que asumió el negocio después de un traspaso por parte del anterior dueño, abría la hamburguesería La Trastienda todos los días a las diez de la noche, como todavía puede leerse escrito en una pizarra sobre la puerta. No tenía hora de cierre establecida, pero lo habitual era que sirviera comidas hasta alrededor de las 4.30 horas de la madrugada, e incluso más tarde. Vivía, él solo, en el mismo local.

El negocio está situado al principio de la calle Joaquín Costa, cerca de la plaza de Europa, justo a la altura de la calle Niño Perdido. Es la única zona de la Alameda que conserva el aspecto deprimido que antaño tuvo el barrio; quedan incluso pisos de prostitución jalonando la calle.

La hora del suceso, al final de la jornada, podría apuntar a un atraco en el momento del cierre de la hamburguesería para garantizarse la recaudación de toda la noche. Aunque es sólo una hipótesis más de las que maneja la Policía Nacional, que desde el lunes ha estado acudiendo al barrio mañana y tarde, interrogando a vecinos y conocidos del fallecido -nueve hasta ayer-, en busca de testigos que hayan podido ver algo la noche del crimen y tratando de averiguar si el fallecido tenía problemas personales o cuentas pendientes que hubieran podido desencadenar el homicidio.

Amigos del fallecido apuntan, también, la posibilidad de que el desencadenante del suceso fuese un conflicto con el anterior dueño del negocio, ya que según mantienen el último propietario lo traspasó porque tenía deudas y le estaba causando problemas.

La víctima era muy conocida en el barrio en el que vivía, sobre todo a raíz de la apertura de la hamburguesería, ya que es el único local de comidas en toda la Alameda que permanecía abierto hasta tan tarde.


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