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Muere un cazador en el mismo lugar donde se ahogó otro el mes pasado

Un cazador de 58 años y vecino de Coria del Río, S.B.H., falleció ayer ahogado en una alberca de Dos Hermanas al intentar rescatar a sus perros que habían caído al agua. En el mismo lugar murió el pasado 20 de octubre en las mismas circunstancias un joven de 20 años.

el 14 sep 2009 / 20:20 h.

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Un cazador de 58 años y vecino de Coria del Río, S.B.H., falleció ayer ahogado en una alberca de Dos Hermanas al intentar rescatar a sus perros que habían caído al agua. En el mismo lugar murió el pasado 20 de octubre en las mismas circunstancias un joven de 20 años.

La alberca tiene ya el apelativo de maldita. Dos cazadores muertos ahogados en ella en menos de un mes y en las mismas circunstancias: al intentar salvar al perro. La víctima de ayer llevaba dos canes que se acercaron al borde sin vallar de la alberca y cayeron dentro. El dueño se metió en el agua para intentar salvarlos pero terminó también ahogado. Un campesino que los vio se libró de correr la misma suerte gracias a la Policía Local de Los Palacios y Villafranca, cuyos agentes llegaron justo para advertirles de que meterse allí era "una locura".

Los hechos ocurrieron poco antes del mediodía cuando, al parecer, el cazador pasaba cerca de esta alberca situada a unos 500 metros de la hacienda de San Juan de Hornillos, en la carretera perpendicular a la de La Isla, que conecta con el parque periurbano de La Corchuela.

El depósito artificial, de unos 80 metros cuadrados y con una profundidad máxima de tres metros, está rodeado de melocotoneros, por una parte, y de viñas, por otra. Para que la docena de coches que ayer se presentaron en el lugar de los hechos pudieran acceder al borde mismo de la alberca hubo que cortar ramas y un árbol.

Primero llegaron los agentes y los bomberos alertados por un campesino que oyó los gritos de la víctima y que, previamente, la había visto con sus perros cerca de allí. Cuando llegaron los efectivos, el agricultor intentaba meterse en la alberca para sacar el cadáver, pero se lo impidieron por ser "una locura", según manifestó el jefe de bomberos, Fidel Báez. Éste no se mostró extrañado de los hechos porque "es difícil salir de una alberca en la que no hay puntos de agarre" y con bordes pendientes. El fondo de la balsa es de plástico flexible, lo que hace casi imposible desplazarse de pie en su interior cuando está llena de agua.

Durante varias horas, los bomberos de Dos Hermanas, provistos de trajes de neopreno, intentaban encontrar el cuerpo de la víctima rastreando el fondo de la alberca a todo lo ancho y lo largo. Lo único que se veía en la superficie, panzas arriba, eran los perros ahogados. Pero del hombre, ni rastro. Se turnaban, pero la búsqueda se hacía cada vez más difícil.

No tenían bombonas de oxígeno para sumergirse, aunque, en cualquier caso, el agua estaba tan negra que hubiese sido inútil abrir los ojos debajo. Un camión de bomberos dispuso de una bomba para sacar el agua de la alberca, pero extraer tantos miles de litros a través de un tubo de 10 centímetros de diámetro llevaba su tiempo. Los agentes de la Guardia Civil vigilaron el lugar y otros de la Policía Nacional estudiaron el terreno, echaron fotografías y mandaron a identificar el número de registro de la escopeta para reconocer a su dueño.

No lograron identificarlo hasta las 17.00 horas. Todo ello antes de que llegara el juez. Dos trabajadores de la funeraria Servisa esperaban, pacientes y acostumbrados, con el féretro en una furgoneta.

La víctima del mes pasado, vecino de Bellavista (Sevilla), se ahogó en presencia de su padre cuando se arrojó a la balsa para sacar a su perro, que sí se salvó.

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