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Mujeres en la memoria

Dicen los diarios que Obama ha visitado por primera vez Europa. No es del todo cierto. Ha puesto el pie en Gran Bretaña que, por voluntad propia, no acaba de ser completamente Europa y que ha sido, hasta el momento, la cabeza de puente de las políticas...

el 16 sep 2009 / 00:49 h.

Lo contrario de la memoria no es la reconciliación, lo contrario de la memoria es la injusticia del olvido. En estos días se ha vuelto a debatir si es conveniente o no recuperar la memoria histórica, a propósito de la represión franquista y precisamente por ello quiero contar una de las centenares de historias olvidadas.

Dice el historiador Juan Ortiz que la represión franquista se ensañó especialmente con las mujeres y que su objetivo consistía no solo en castigar sus ideas sino reducirlas al papel tradicional que se había visto alterado con la República. Así -nos cuenta el historiador- no eran castigadas tanto por lo que hacían sino por lo que decían. No toleraba el régimen dictatorial que las mujeres pudieran tener voz propia.

Es muy conocidita la historia de las trece rosas, pero son desconocidas otras historias como las que quiero relatar. En la localidad sevillana de Fuentes de Andalucía, en el verano de 1936, una banda de fascistas y falangistas decidieron dar un castigo ejemplar a un grupo de mujeres jóvenes y de ideología izquierdista. Desgraciadamente no conozco todos los nombres: Mercedes, Josefa, La Melliza...son algunos de ellos. Alguna solo tenía catorce años, la mayor, dieciocho. Se las llevaron en dirección a La Campana. Antes de llegar, se detuvieron en la finca El Aguaucho y las obligaron a hacerles la comida y servirles. La sobremesa consistió en una violación colectiva, salvaje, tras la cual arrojaron sus cuerpos a un pozo cercano.

No se avergonzaron los asesinos de sus hechos, sino que volvieron a Fuentes de Andalucía, donde se pasearon por todas las calles con el camión, ya vacío, exhibiendo en la punta de sus fusiles la ropa interior de las muchachas torturadas y asesinadas, mofándose de las víctimas y de su condición de mujeres.

Aquí no termina la historia, sino que empieza la segunda parte. La radical diferencia con otros hechos y la que da sentido a la recuperación de la memoria: esa misma noche empezó el olvido forzoso, la historia incontable, el dolor reprimido. Los familiares tuvieron que llorar en silencio. La historia de las jóvenes asesinadas no podía ser contada, transmitida. Con la muerte de estas muchachas, se había puesto coto a la libertad de todas las mujeres y se había demostrado que quien sale de la norma, de la sumisión, del viejo papel de las mujeres, merecía el escarnio, la violación y la muerte. En la ideología del franquismo -y todavía algunos restos que perduran-, la "deshonra" de la mujer, aunque sea una violación espantosa, recae sobre ella como una culpa primigenia y terrible. En este caso, ese ramillete de jóvenes murieron por ser una promesa de libertad para todas las mujeres.

Durante años esta historia solo podía contarse a media voz, mirando de reojo para que nadie más pudiera captar las palabras pronunciadas. En Fuentes de Andalucía esta historia ha sido contada a media voz por las mujeres, de madres a hijas, hasta que José Moreno Romero la contó en sus Crónicas del Siglo XX y hasta que su pueblo no ha decidido tributarles próximamente un homenaje. No trata nadie de abrir heridas, ni de alentar viejos sentimientos de venganza. Todo lo contrario, se trata de reafirmar los ideales de paz, de libertad y de igualdad que ese día nefasto fueron arrojados al pozo de la historia.

Concha Caballero es profesora de Literatura

www.ideasconchacaballero.blogspot.com

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