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Músculos metálicos

el 01 dic 2011 / 17:39 h.

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Cualquiera que haya seguido la trayectoria de Steven Spielberg desde que dirigiera El diablo sobre ruedas en 1971, es probablemente conocedor de la pasión del Rey Midas de Hollywood por Twilight Zone, la mítica serie creada por Rod Serling conocida en España como En los límites de la realidad y crisol de muchas de las mejores historias de ciencia ficción que se han llegado a ver jamás en la caja tonta. Habiendo impulsado su adaptación a la gran pantalla en 1986, encontrándose también detrás de la nueva encarnación que tendrá en el cine de la mano de Matt Reeves, e incluso apadrinando Cuentos asombrosos, aquella serie homenaje a En los límites..., no es de extrañar que muchas de las ideas que el inquieto cineasta baraja a la hora de llevar al cine provengan de episodios de la misma.
Y ese es el caso de Acero puro, un filme que, producido por Spielberg, encuentra su base en Steel, un episodio en el que Lee Marvin interpretaba a un antiguo púgil metido a promotor de combates de boxeo de robots que se ve obligado a subir a un ring para, disfrazado de androide, enfrentarse a una máquina con mucha más fuerza de él.
Variando ligeramente dicha trama, Acero puro nos traslada a un futuro no muy lejano en el que el boxeo se ha convertido en feudo exclusivo de los robots: en los combates ya no se enfrentan seres humanos, sino robots humanoides, sofisticadas máquinas diseñadas para luchar. En este futuro, Charlie Kenton, un antiguo púgil que casi llegó a alcanzar la gloria, está pasando una mala racha como promotor de combates. Un día encuentra un viejo robot desechado y, al comprobar que es un gran boxeador, decide entrenarlo. n

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