Pese a ser una iniciativa pública, el Día Internacional de los Museos no se vive en la ciudad con la misma intensidad cultural que sí se advierte en la Noche en Blanco, promovida de manera privada por la asociación Sevilla se Mueve. Se dirá que no son tiempos para fastos ni hay presupuesto suficiente en los centros de arte para plantear muchas más actividades al margen de las puramente expositivas, pero un paseo ayer en la mañana por alguno de los espacios culturales más notables de Híspalis otorgaba al visitante una cierta sensación de improvisación, nada mucho más relevante que una jornada de puertas abiertas o un número algo mayor de visitas guiadas en oferta.
Donde sí que habitúan a vivir cualquier evento con la máxima implicación es en la Casa de la Ciencia, ubicada en el Pabellón de Perú de la Expo de 1929. Allí un nutrido grupo de jóvenes músicos saludaba al público haciendo notar que, efectivamente, se trataba de un día especial. En cada una de las salas de las exposiciones permanentes se celebraron pequeños conciertos que convirtieron el centro en una auténtica casa de música, término que acuñara el compositor experimental John Cage y que ayer adquiría en Sevilla su mayor tono lúdico.
Repleta de público menudo, un educador del museo iba explicando a este los detalles de la exposición y un profesor de Andalucía Música abordaba la relación entre el compositor, la pieza interpretada y el contenido de la colección donde se desarrolla el concierto. «Hemos intentado propiciar un cruce de caminos entre la ciencia, la divulgación y la música», explicaba Pedro Sánchez al respecto de la originalidad de escuchar música más o menos clásica al abrigo de imponentes imágenes de cetáceos.
De esta forma, la sala dedicada a las ballenas cobijó melodías que describían elementos acuáticos: el agua que fluye de la cascada, los saltos del delfín gracias al pizzicato de los violines o el barullo de los peces de colores, todas acompañadas del ritmo del piano. En la sala de los invertebrados se interpretó Las mariposas y las hormigas mientras que los pequeños violinistas imitaban el aleteo de las mariposas moviendo sus dedos con ritmo implacable, mientras que el arduo y constante trabajo de las hormigas se reflejó en una música alegre y activa. Por último, en la sala de los minerales los intérpretes evocaban sonidos pétreos y hasta pareció intuirse el reptar de una zigzagueante serpiente.
Un tanto perjudicado por un triatlón que dificultó durante una hora el acceso, el Pabellón de la Navegación también se volcó ayer en los pequeños, no siendo nada habitual la imagen de un buen puñado de ellos corriendo de una zona a otra siendo partícipes de la Gymkhana pirata: la búsqueda del tesoro. Mientras, en otro punto de la ciudad alejado de la Isla de la Cartuja, el corazón del barrio Santa Cruz que es la Plaza de Doña Elvira, la Fundación Pintor Amalio García del Moral abría sus puertas.
Se trata de una poca conocida casa de artista en la que puede contemplarse la obra del conocido como pintor de la Giralda. Su hija, responsable de este espacio que poco a poco va ocupando su lugar en la agenda cultural, se responsabilizaba de la visita guiada propuesta con motivo del Día del Museo, permitiendo así a numerosos visitantes y turistas conocer a este nombre fundamental del arte contemporáneo en la ciudad. «No comprendo cómo alguien que pintó Sevilla desde tantos ángulos y de maneras tan diversas no se ha explotado más», se preguntaba Elena, de 76 años, que ayer descubría, casi de casualidad, la Fundación Amalio. De regreso al otro lado del río, el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo se salía por la tangente y propiciaba una original ruta, no por su colección ni por sus exposiciones, y sí por el entorno del Monasterio de Santa María de las Cuevas. Un paseo guiado centrado en la arquitectura de este edificio pero también en el valor botánico de sus muchos jardines sin descuidar algunas de las obras que, un tanto desapercibidas para la mayoría de los visitantes, se encuentran esparcidas por el exterior del Centro. En cuanto a los museos estatales gestionados por la Junta, celebraron el día con una jornada de puertas abierta gratuita incluso para los ciudadanos no pertenecientes a la Unión Europea, que normalmente pagan entrada. Aunque mantuvieron su horario habitual, centros como el Arqueológico y el Artes y Costumbres celebraron visitas guiadas y algún que otro evento. En el caso del primero, 70 jóvenes procedentes de Gilena recrearon una batallón militar de la época romana, con escudos y trajes propios del imperio, y realizaron una demostración y una explicación tanto a las puertas del museo como en una de sus salas interiores. En el vecino de Artes y Costumbres Populares, un cuentacuentos trató de iniciar a los más pequeños en la visita a estos centros.
