Cultura

Música y significado

Ross **

Teatro de la Maestranza, 14 de octubre. Michael Schonwandt, director. Claudio Bohórquez, violonchelo.

Programa: Borodin: Obertura de “El Príncipe Igor”. Schostakovich: Concierto para violonchelo y orquesta nº 2. Beethoven: Sinfonía nº 5

el 15 oct 2010 / 10:21 h.

No se trata de otorgar un significado concreto a cada pieza musical, como se empeñaba en demostrar el conferenciante que aparecía en la novela de E.M. Forster Howards End analizando precisamente la Quinta de Beethoven, dentro de unas charlas cuyo título hemos tomado prestado para encabezar esta reseña.

La música ha de emocionar y motivar por sí misma, independientemente de intenciones y valoraciones. Pero el alarmante vacío de comunicación que caracterizó anoche al concierto de Shostakovich marcó una deslucida primera parte de la velada.

Por descontado que la orquesta ofreció todo el brillo y el esplendor al que nos tiene acostumbrados; pero el carácter mortecino, superficial, sin apenas cuerpo y poco volumen que exhibió Claudio Bohórquez obligó a Schonwandt a bajar el nivel aconsejable para lograr emocionar con tan sublime trabajo, quedándose en un terreno abandonado a meras florituras orquestales y alardes de percusión, y un preciso control del ritmo. Y eso a pesar de que hubo sintonía entre solista y conjunto, dejando claro el primero que domina la técnica, pero no la capacidad para trasladar fuerza y emoción.

El director danés pudo sacarse la espina con una fulgurante y enérgica versión absolutamente clásica de la más famosa de todas las sinfonías, puede que no obstante epidérmica, sin ahondar mucho en sensaciones ni estímulos, pero brillante y espectacular desde una óptica virtuosística y temperamental. El exceso decibélico no empañó la excelencia de una ejecución transparente, impecable y sin duda apabullante.

Una rendición también notable de la Obertura de El príncipe Igor de Borodin precedió a las dos obras anteriores, aprovechando toda la suntuosidad y exotismode la pieza.

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