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Nacido para jugar en el Betis

Ricardo Oliveira es ahora la nueva estrella del equipo verdiblanco. A pesar de las duras condiciones de vida que le han tocado vivir el brasileño ha conseguido consagrarse como jugador de Primera en el mundo del fútbol.

el 25 sep 2009 / 08:43 h.

Ricardo Oliveira
Si, como decía Florentino Pérez, hay futbolistas que han nacido para jugar en el Real Madrid, también los hay que nacieron para jugar en el Betis. Ricardo Oliveira es uno de ellos. El brasileño se ganó en tiempo récord el corazón de la afición verdiblanca al ser el máximo goleador (26 goles en 46 partidos) del fabuloso equipo de la 2004/05 -el primer año suyo de verdiblanco- que de la mano de Serra Ferrer firmó la mejor temporada de la reciente historia bética: con su primera clasificación para la Champions League y la obtención de su segunda Copa del Rey, ganada ante Osasuna.

En ambos hitos fue actor principalísimo este Ricardo Oliveira que sólo unos años antes malvivía por las favelas de Sao Paulo, lavando lunas en los semáforos o haciendo de aparcacoches para lograr unos reales con los que poder comer a diario, aunque esas penurias no hicieron más que fortalecerle para ver cumplido su gran sueño: ser futbolista profesional e internacional con Brasil.

Pero vayamos por partes. Ricardo Oliveira nació un 6 de mayo (como buen Tauro es terco y obstinado) de 1980 en el seno de una familia muy humilde de Sao Paulo y quedó huérfano de padre a los 8 años. Se crió en la calle, donde se buscó la vida mendigando mientras muchos de sus amigos de la infancia caían en el mundo de la droga y la delincuencia. "Hoy apenas tengo amigos de mi niñez, casi todos están muertos o en la cárcel", ha revelado él mismo en más de una ocasión, al tiempo que anuncia su intención de convertirse en ‘predicador' una vez que se retire del fútbol. "Me gusta ayudar a la gente, hace poco fui consagrado pastor en Brasil y cuando deje el fútbol quiero dedicarme a predicar la palabra de Dios", comentó a laSexta en una reciente entrevista prepartido.

La idea de ser futbolista profesional nunca abandonó su cabeza, jamás, ni cuando, con apenas 18 años un ‘avispado' entrenador del Corinthians -su primer equipo, por entonces campeón de la liga brasileña- le recomendó que se dedicara a otra cosa porque "como futbolista no creo que puedas jugar ni en Regional". Ricardo cumplió a medias el ‘consejo': recogió sus botas, pidió la carta de libertad y se fue a buscarse la vida, lo que siempre había hecho. Continuó lavando y aparcando coches y a los seis meses encontró una nueva oportunidad en la Portuguesa, un equipo más modesto donde pronto empezó a despuntar y hacer goles con facilidad (23 en 46 partidos), lo que en un par de años le valió su fichaje por el Santos, uno de los históricos de Brasil, el que fuera sempiterno equipo de ‘O Rei' Pelé hasta su marcha al Cosmos.

Del Santos dio el salto al Valencia en verano de 2003, no sin polémica, pues ya el Betis de Lopera, por recomendación del técnico maño Víctor Fernández, lo quiso fichar entonces. Lo tuvo casi hecho, pero un lío de última hora con los representantes frustró la operación. Oliveira no jugó mucho (24 partidos y 10 go- les), pero ayudó al Valencia de Rafa Benítez a ganar su sexta Liga (en el Sánchez Pizjuán, precisamente) y su primera UEFA en un doblete histórico.

Eso de de ir a rebufo de Mista (que hizo 24 goles ese año en 39 partidos), Aimar o el Piojo López no lo encajó bien Oliveira, que al verano siguiente, tras debutar como internacional con la ‘canarinha' y ganar la Copa América, fue traspasado después de unas arduas negociaciones por 4 millones al Betis, que también barajaba entonces la opción de fichar al hoy sevillista Luis Fabiano, antes de que diera el salto del Sao Paulo al Oporto.

Aquel Betis de Serra firmó en la 2004/05 la mejor temporada que sus incondicionales recuerdan (como había hecho el año antes el Valencia de Benítez), con la tripleta Oliveira, Edu y Joaquín haciendo las delicias de la hinchada en un final de campaña espectacular: en apenas 45 días logró el Betis acabar con una racha de diez años sin ganarle al Sevilla en casa (1-0, Oliveira), arrebatarle la plaza Champions en el año de su Centenario, meterse en la final de Copa, y ganarla, con goles de Dani y, por supuesto, Oliveira.

Meses después, 1 de noviembre de 2005, Oliveira sufrió una grave lesión jugando la Champions contra el Chelsea (1-0, gol de Dani, su sustituto) y surgió el desamor con Lopera, forzando su marcha del Betis. Se le dio la baja para fichar a Robert, fue cedido al Sao Paulo, se perdió el Mundial 2006 y a finales de agosto fue traspasado al Milan por 17,5 millones de euros (más el pase de Vogel y un amistoso) mientras Joaquín ponía rumbo a Valencia, vía Albacete.

Meses antes ya se había ido Serra -Lopera no le dijo ni adiós- y el gran Betis de 2005 había sido desmantelado casi al completo. Dos años y medio después vuelve por 9 millones, la mitad de lo que se vendió (el Zaragoza conserva el 50% del pase) y lo primero que ha hecho es acabar con 12 años de penurias béticas en el Pizjuán. Y es que por muchas vueltas que dé la vida, Ricardo Oliveira ha nacido para jugar en el Real Betis Balompié.

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