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Nadal vence a Almagro en un partido agónico y Federer cae a la primera

El mallorquín, que no estuvo brillante, acabó beneficiándose de los fallos del murciano y de sus problemas físicos.

el 11 nov 2009 / 18:44 h.

Rafael Nadal, número dos del mundo, se impuso en un partido agónico a Nicolás Almagro en el Másters 1.000 de Bercy, donde acabó venciendo por 3-6, 7-6 (2) y 7-5 después de más de tres horas de juego.

El mallorquín, que no estuvo brillante, acabó beneficiándose de los fallos del murciano y de sus problemas físicos, unos tirones que le mermaron en la recta final del encuentro y que le impidieron oponer resistencia.

Pese a todo, Almagro completó un gran partido y dispuso de cinco bolas para ganarlo en el segundo set, pero no supo aprovecharlas.

Dominó el partido Almagro frente a un Nadal fuera de forma, falto de ritmo, lejos del juego agresivo que le caracteriza.

El mallorquín comparecía en París casi un mes después de su último encuentro, la final de Shangai que perdió frente al ruso Nikolay Davydenko.

La falta de partidos se notó en Nadal, que estuvo a merced de un Almagro que parecía tener todo a su favor. Fue el mallorquín el que dominó el encuentro, el que marcaba el ritmo. Asentado en un saque magnífico, con frecuencia por encima de los 200 kilómetros por hora, Almagro tenía el encuentro en su mano.

Ganó de forma cristalina el primer set, haciéndose con el servicio de Nadal en el sexto juego y guardando su saque con calma. Era el primer set que le ganaba.

Comenzó también dominando la segunda manga, pero Nadal se aferró al partido, sin hacer un gran tenis. Almagro no estuvo fino en los puntos clave y eso se notó en el duodécimo juego, cuando servía para ganar. Entonces tuvo el partido en su mano, tan cerca que sólo tenía que atraparlo. Con un 40-0 a favor, el público comenzaba a mascar la despedida del número dos.

Pero Nadal se rehizo. Remontó las tres bolas de partido. Cedió otras dos más pero también las rescató. Se aferró a su suerte, la del campeón. Y acabó por arrebatar el saque a Almagro.

El murciano no se recuperó. En el juego de desempate apenas opuso resistencia. Había rozado la victoria, la había visto pasar ante sus ojos y no había sabido atraparla. Su juego comenzó a decaer.

Cedió su saque de entrada en la manga definitiva y, aunque lo recuperó en la siguiente, el partido andaba ya sin rumbo. Ninguno de los dos estaba bien. Dejaban escapar con claridad su servicio y multiplicaban los fallos.

El encuentro se dirigía a un nuevo juego de desempate. Pero el físico abandonó a Almagro, que le puso el tono más dramático a un partido pleno de cambios.

En el séptimo juego, cuando se acercaban a las tres horas de juego, comenzó a sentir calambres en su muslo derecho. Bercy retuvo la respiración. El público se divertía y no quería que el festival acabara.

Sus gestos de dolor sentado en la silla mientras le trataba el fisioterapeuta hacían presagiar lo peor.

Pero Almagro tiró de sus últimos recursos, sacó fuerzas de flaqueza, volvió a la pista. No quería rendirse sin luchar.

Gaó el juego y, en el siguiente, rompió el saque de Nadal. De nuevo lo tenía todo a favor, por segunda vez servía para ganar.

Pero una vez más se asustó de la victoria. Reaparecieron los calambres, se hicieron más evidentes y le dejaron sin respuesta. Apenas podía moverse el murciano. Apenas podía sacar, su arma más mortífera hasta ese momento.

Resignado, cedió su servicio (4-5) y ya no ganó ningún juego en el partido. Nadal asistía atónito al espectáculo. Jugaba con un muñeco, sólo tenía que esperar a verlo caer. Y cayó cuando el reloj marcaba tres horas y cuarto. Almagro se fue ovacionado, con un gesto de dolor, de decepción, de tristeza. Nunca tuvo tan cerca el triunfo ante Nadal. Pasará tiempo hasta que olvide el partido.

El mallorquín tampoco puso cara de contento. Su juego en su debut en París no fue bueno. Tendrá que mejorar para seguir avanzando. Su próximo rival saldrá del duelo entre el español Tommy Robredo y el checo Tomas Berdych.

FEDERER CAE ALA PRIMERA

El suizo Roger Federer, número uno del mundo, cayó eliminado en su debut en Bercy frente al francés Julien Benneteau, 49 del mundo, que le ganó por 3-6, 7-6(4), 6-4.

Federer pareció sólido en el primer set, pero asistió al renacimiento del jugador galo, apoyado por la grada, que se transformó.

En la segunda manga comenzó a desplegar un juego casi perfecto, apoyado en un sólido servicio y con una gran variedad de golpes que desconcertaron a un Federer que no supo resolver la ecuación que le propuso el francés.

Cuanto más se engrandecía Benneteau más pequeño se hacía el suizo, lejos del jugador que ostenta el número uno del ránking mundial.

Ganó el francés el juego de desempate del segundo set y el definitivo fue un monólogo de Benneteau.

El galo ya había mostrado sus dotes para la remontada en la primera ronda, cuando se sobrepuso a una manga en contra para acabar con el alemán Philipp Petzchner.

Y consumó una más contra Federer, que apenas opuso resistencia en el tercer set.

El francés cerró el partido con un punto directo de saque. Y se derrumbó el lágrimas, incrédulo de haber completado una gesta como esa, haber derrotado al todopoderoso número uno, al que no había ganado hasta hoy ni un sólo set de las dos confrontaciones en las que se habían medido.

Benneteau se medirá en octavos de final contra su compatriota Gael Monfils, verdugo del también francés David Guez por 6-4, 7-5.

No se le da bien a Federer el torneo de Bercy, el único Másters que falta en sus rebosantes vitrinas. En las siete ocasiones en las que ha jugado, no ha logrado pasar de los cuartos de final.

El año pasado se marchó de forma prematura por una lesión

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