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'Nadie me ha pedido perdón'

Para Rafael Ricardi no está siendo fácil pasar página y empezar de nuevo. Entre otras cosas porque tras haber estado 13 años en prisión por una violación que no cometió no ha recibido una sola disculpa. "Después de tantos años no me han pedido ni perdón", aseguró ayer el portuense, que se confesó "decepcionado". Foto: EFE.

el 15 sep 2009 / 08:54 h.

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Para Rafael Ricardi no está siendo fácil pasar página y empezar de nuevo. Entre otras cosas porque tras haber estado 13 años en prisión por una violación que no cometió no ha recibido una sola disculpa. "Después de tantos años no me han pedido ni perdón", aseguró ayer el portuense, que se confesó "decepcionado".

Trece años son muchos para poder borrarlos de golpe y en estos momentos sólo quiere que se reconozca que se ha cometido una injusticia con él y con sus seres queridos. Sus hijos se quedaron sin padre y a él le arrebataron una parte importante de su vida. "Yo lo he pasado mal pero mi familia también porque todo el mundo la señalaba con el dedo por una cosa que no es", explicó.

Todos ellos seguirán al menos durante un tiempo siendo el centro de atención, pero a partir de ahora en calidad de víctimas de un fallo judicial que saben que nada podrá reparar. "El error que han cometido por mucho que se haga no está pagado. No conozco a la víctima, sé que es una víctima pero yo también", apuntó.

Su abogada, Antonia Alba, esperará a que el Tribunal Supremo después de revisar su condena confirme la inocencia de su cliente para plantearse si reclaman responsabilidades patrimoniales al Estado. De momento, se está tramitando que se le conceda una pensión por una discapacidad que tiene desde antes de entrar en prisión tras caerse de la moto. Desde entonces se le conoce con el apodo del "caballito" por su peculiar forma de andar. También podrá cobrar el paro carcelario que le corresponde por haber estado durante más de una década en cautiverio. Y es que él mismo reconoce que, debido al estado de ansiedad que padece, no está preparado para trabajar. "Para mí todo es nuevo, todo me asusta, todo es raro y no estoy en condiciones para nada", explicó.

En medio de este desconcierto y en una realidad muy diferente a la que dejó antes de entrar en prisión, en la que un teléfono móvil es para él un aparato extraño, Ricardi ha vivido momentos muy emotivos. Por fin ha podido reencontrarse con sus seres queridos e intentar recuperar los años perdidos. "Se me cayeros dos lágrimas al ver a mi hija y a toda mi familia ya que fue señalada en su día sin tener por qué. Yo lo he pasado mal pero mis familiares también porque todo el mundo la señalaba con una cosa que no es", insistió.

Confianza en la justicia. Su hija Macarena relató que su experiencia no ha sido fácil porque, aunque ella nunca ha dudado de su inocencia, se ha tenido que enfrentar a la condena que le ha impuesto a su padre no sólo la justicia sino también la sociedad. "Siempre te conocen por la hija de, siempre tienes el apellido y eso se te queda marcado. Ahora podemos tener la cabeza alta porque es un hombre que está limpio y esperamos que se limpie su nombre", señaló.

Rafael no ha perdido la esperanza desde que fue condenado en 1996 por la Audiencia Provincial. "Creo en la justicia porque yo sabía que algún día ese caso se podía solucionar", indicó. Sin embargo, tuvo que esperar a que se modernizara el sistema de identificación de ADN para poder probar su inocencia.

La asociación que le representa, Pro Derechos Humanos, pidió que se ponga fin a la "precariedad y falta de medios" del sistema judicial y policial para evitar que más inocentes vayan a la cárcel. El letrado de esta agrupación, Juan Domingo Valderrama, denunció que desde el principio se cometieron errores en el caso. También criticó a la Audiencia Provincial porque considera que la sentencia no estaba suficientemente fundamentada y a la Fiscalía por no actuar en el año 2000 cuando se dieron a conocer nuevas pruebas de ADN que descartaban al portuense como autor de los hechos.

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