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Nazaré reivindica su sitio en las ferias

El diestro de Dos Hermanas cuajó de cabo a rabo al tercer ejemplar de Pereda revalidando sus grandes posibilidades para funcionar.

el 12 oct 2012 / 19:43 h.

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-->-->-->¿Qué tiene que hacer Antonio Nazaré para que se le abran de par en par las puertas del gran circuito de las ferias? Esta industria está podrida, muy podrida, si no facilita el paso a un torero que ya ha demostrado de sobra que tiene valor, capacidad, concepto y ambición de sobra para coger sitio en la gran temporada. Sólo hay que ponerlo y si no aprovecha su oportunidad que se vaya para casa. Así fue siempre en el toreo pero esta profesión camina ahora sendas extrañas que no premian la excelencia. Y así le va a este negocio obsoleto que tiene delante de sus narices un torero en plenitud que se están perdiendo en tantos y tantos sitios.

El máximo interés del cartel, para que vamos a andar con rodeos, recaía en el diestro de Dos Hermanas que quemaba ayer su octavo cartucho de una cicatera temporada en la que, en contra de los números, se ha sabido situar en la rampa de lanzamiento. Y cuando salió el tercero -un precioso y hondo ejemplar muy en Núñez que hizo esas cositas de manso que tan buenos augurios traen en esta sangre- muchos nos frotamos las manos pensando que con ése iba a ser. Y no nos equivocamos. Nazaré sorteó el mejor toro del encierro, es verdad, pero también le recetó el mejor toreo de una tarde que sirvió de paso para clausurar la temporada taurina en la plaza de la Maestranza. Pero es que el nazareno estuvo perfecto desde que se abrió de capote y descubrió la calidad de su enemigo en su comportamiento en la brega. El toro de Pereda humillaba, hacía cositas buenas y Nazaré apostó todo citándolo firmísimo y enterrado en el albero en el proemio de una faena que comenzó con desgarro y culminó con cadencia.

El gran torero de Dos Hermanas se entregó a tope y supo expresarse a la vez que el toro se empleaba en su muleta maciza. De los tanteos previos se pasó a una serie enorme que hizo romper la música. Pero había que dejarla siempre puesta, elegir bien los terrenos y esperar sin molestar a un animal un pelín rajadito que se acabó enhebrando por completo con la plenitud de Nazaré.

Quedaba lo mejor. El torero se vaciaría por completo manejando la muleta con la mano izquierda dictando dos sensacionales series consecutivas que hicieron crujir la plaza. Aún hubo ayudados sabrosos pero, sobre todo, la certeza de encontrarnos ante un gran torero que merece el salvoconducto definitivo a la gran temporada. En la yema de Abril, con otro ambiente, habrían caido dos orejas de peso a pesar de la tardanza en morir del toro de Pereda. No importa. Todo es cuestión de tiempo. Quizá con esos dos trofeos en la mano habría caído sin demasiada dilación la oreja del sexto de la tarde, un animal feote de hechuras y muy distraído en los primeros tercios al que supo administrar sabiamente. Fue un trasteo corto en el metraje pero perfectamente acoplado a las condiciones de un toro que duró demasiado poco. Y hubo cositas de buen gusto, naturales sedosos y sensación de torero poderoso y preciso, muy por encima de algunas miraditas y dudas del astado, pero la espada esta vez se empeñó en no entrar. 


El cartel de clausura lo había abierto Curro Díaz, ausente en abril por cuestiones de política taurina, al que todavía le acompañaba el recuerdo de su gran faena otoñal del San Miguel de 2011. Esta vez no hupo arpas que tocar. El primero de la tarde rebrincó y tardeó de manso y puro flojo y no permitió al diestro de Linares pasar de tesonero y voluntarioso. Con el cuarto, emotivo y alegre en los primeros tercios parecía que iba a cambiar la decoración pero Curro buscó el desmayo antes de tiempo -hubo un puñado de muletazos con cierto sabor- y el ritmo del trasteo se acabó desmoronando. Poco hay que decir de Matías Tejela. Anduvo entre dos aguas con el segundo de la tarde, un animal de más a menos que le dejó estirarse a cuentagotas, y tampoco.


Plaza de la Real Maestranza de Sevilla

Ganado: Se lidiaron seis toros de José Luis Pereda, el primero marcado con el hierro filial de La Dehesilla, que estuvieron bien presentados. El mejor fue el tercero, manso en los inicios pero noble en la muleta. El cuarto tuvo emotividad pero fue a menos y el resto no sirvieron aunque el segundo se dejó a medias.

Matadores: Curro Díaz, de rosa pálido y oro, silencio y ovación.

Matías Tejela, de corinto y oro, silencio en ambos.

Antonio Nazaré, de blanco y oro, oreja tras aviso  y gran ovación de despedida.

Incidencias: La plaza registró un cuarto de entrada en tarde progresivamente fresca. Se guardó un minuto de silencio en memoria de Julián Salguero, presidente de la plaza de la Maestranza recientemente fallecido. Curro Díaz recibió varios puntos de sutura después de herirse en la frente cuando trataba de matar al cuarto de la tarde. El pronóstico fue leve.


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