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Neocolonialismo financiero

Un rasgo característico de la dinámica de las finanzas internacionales en este principio de siglo lo constituye sin lugar a dudas el fuerte crecimiento de los fondos de inversión de riqueza soberanos, más conocidos como Sovereign Wealth Funds (SWF).

el 14 sep 2009 / 19:40 h.

Un rasgo característico de la dinámica de las finanzas internacionales en este principio de siglo lo constituye sin lugar a dudas el fuerte crecimiento de los fondos de inversión de riqueza soberanos, más conocidos como Sovereign Wealth Funds (SWF). El diagnóstico comúnmente aceptado es que este fenómeno responde esencialmente a la fuerte subida de los precios del petróleo, que está permitiendo a los países exportadores acumular ingentes cantidades de divisas. Basta con observar cómo actualmente los SWF de mayor monto están en los Emiratos Árabes Unidos, Noruega, Singapur, Arabia Saudita, Rusia y China. Se estima que en el año 2015 alcanzarían los doce billones de dólares, o sea el tamaño actual de la economía estadounidense. Hasta ahora los fondos de riqueza soberana, originalmente asociados a los ingresos del petróleo, se usaron para estabilizar los mercados de energía. No obstante, en los últimos tiempos se han ido transformando en cuentas de acumulación de riqueza pública, que a medida que se incrementan estimulan a los gobiernos respectivos a tratar de darles un uso más rentable que la tradicional práctica de estacionar el efectivo en bonos del Tesoro de Estados Unidos. Así, en la búsqueda de altos rendimientos para sus reservas, los SWF, y con ello los países propietarios de estos fondos, han desencadenado un proceso de adquisición de activos en todos los países desarrollados que afecta especialmente a las grandes corporaciones tecnológicas, bancarias y de materias primas. Y aquí surge la primera preocupación en torno a ellos: la posibilidad de que cierto número de sectores estratégicos que las autoridades europeas se han esforzado privatizar estén siendo ahora "nacionalizados" por los gobiernos de otros países.

Este proceso de neocolonialismo financiero está empezando a preocupar y mucho a los gobernantes occidentales. Especialmente porque los SWF ya han dejado de ser el coto de gobiernos sin ambiciones geopolíticas como Kuwait, Noruega o Singapur, y comienzan a acumularse en las manos de gigantes como China, Rusia e India que pueden sentir la tentación de emplear el poder alcanzado en sectores estratégicos con objetivos políticos. De hecho, en el caso del gobierno ruso y de su monopolio gasístico ya se ha visto rebasada claramente la línea de la tentación. Ante los temores que infunden estos movimientos, la UE debería dar una respuesta conjunta y firme. Si no lo hace tendrá que enfrentarse a llamamientos proteccionistas cada vez más fuertes -en julio pasado, el comisario de Comercio de la Unión Europea, Peter Mandelson, mantenía que posiblemente se necesite el establecimiento de una "participación de oro" en industrias estratégicas- de países que se sientan particularmente amenazados, lo cual pondría en peligro, a su vez, el mercado único.

En un intento de desactivar ambos peligros, la Comisión Europea ha solicitado con reiteración a estos fondos un mayor nivel de transparencia que permita conocer mejor sus mecanismos de inversión y la procedencia de sus fondos. Igualmente, Juergen Stark, miembro del consejo de gobierno del Banco Central Europeo, ha pedido que se disponga un código de conducta para los fondos. Así, un buen nivel de vigilancia sobre los SWF sí que podría prevenir los mencionados riesgos y temores políticos.

José Sánchez Maldonado es catedrático de Hacienda Pública

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