Delgado y fibroso, Daniel Navarro Cruz, más conocido como Niño de Pura, se ha ganado el apodo de atleta del flamenco por su afición a correr -hace 15 kilómetros dos o tres veces por semana, a buen ritmo-, pero también a sus facultades a las seis cuerdas.
"No me importa que me llamen atleta, es un elogio", asegura. "Como en el deporte, la guitarra exige capacidad de sufrimiento y fuerza de voluntad. Y los defectos se ven solos, así que hay que mostrar las virtudes".
El músico sevillano se presentará esta noche en el Central con Flamen Pura, título de su último proyecto discográfico, donde se hace acompañar del cantaor Churumbaque Hijo, ganador de la Lámpara Minera del año pasado.
"Me encuentro pletórico, pero cada vez que intento montar un disco pienso: ‘Voy a hacerlo más facilito, para no pasarlo mal luego'. Porque luego tienes que tocar delante de la gente lo que has compuesto. Cuando me vea corto de facultades bajaré el ritmo, pero de momento sigo componiendo igual: para eso me metí en esto", agrega.
Granaína y soleá, alegrías, la fantasía Semblanza a la farruca, bulerías y el clásico cierre por fandangos compondrán el repertorio de este artista que lamenta que no haya más guitarra en la Bienal 2010: "La guitarra ha sido el hilo que ha ido haciendo crecer el cante y el baile. Si en vez de siete pudieran ser 14 espectáculos, mejor".