-Además de la música, ¿qué otro antídoto usa para no olvidarse de vivir?
-Recordar quién soy, de dónde vengo, cuáles son mis afectos más cercanos, tratar de hacer balance a menudo para ver en qué momento aplacé sueños, militar en la amistad, aprovechar el instante... Nuestros pequeños actos cotidianos, por insignificantes que nos parezcan, encierran una épica.
-¿Qué tiene de nuevo y de viejo este disco?
-No es un disco rupturista, hay una cierta continuidad en mi apuesta por la canción de autor, que tiende a la palabra, a la poesía. Lo que tiene de nuevo son las vivencias. Todas las canciones están basadas en experiencias novedosas. En lo musical, uno busca nuevas referencias, en este caso al folk norteamericano, a la música tradicional latinoamericana...
-¿Qué le ha dado Latinoamérica que no le haya dado España?
-Miramos con un cierto paternalismo a Latinoamérica y eso hace que nos perdamos muchas cosas. La tradición democrática de algunos países latinoamericanos, aunque interrumpida por las dictaduras, se extiende más en el tiempo que en España. Pero, sobre todo, Latinoamérica me ha enseñado la pasión con la que se viven las cosas. [Allí] la dimensión, la medida de las cosas pertenece a otra escala, que pasa desde lo geográfico a lo sentimental. Date cuenta de que España es un poquito más grande que la provincia de Buenos Aires...
-¿Qué le ocurre a un país donde, con toda probabilidad, más gente conoce a Belén Esteban que, por ejemplo, a usted?
-La cultura ha pasado a ser un objeto de consumo de usar y tirar. Los medios de comunicación, la televisión, son a veces expertos en crear muñecos rotos, en hacer de la vulgaridad un espectáculo admirable. En esa banalización de la cultura, todo lo que requiera un mínimo de crítica y de reflexión es excluido.
-Hace muchos guiños en sus canciones a la poesía de Luis García Montero. ¿Por qué?
-Creo que son muchos los vínculos que tiene la canción de autor moderna en este país con la poesía de la experiencia. "Tú me llamas amor y yo cojo un taxi". A mí siempre me ha parecido un reto esa forma de hilvanar lo cotidiano con lo poético. El acto más mundano está traspasado por un vuelo poético que no siempre vemos.
-¿Qué momento atraviesa la canción de autor?
-En Madrid hay toda una generación de cantautores que vino detrás de nosotros y que trata de difundir su música, pero hacerlo es una heroicidad, no tienen las plataformas de distribución que merecen. Pero tienen un público inquieto que reclama este tipo de música.
-¿Qué hay del público de Ismael Serrano?¿Lo conoce?
-Creo que no conozco a mi público, pero sí que compartimos unas cuantas cosas: Creo que compartimos miedos, preguntas -no sé si respuestas- y un cierto cuestionamiento de la realidad. No sólo de la realidad política y social, sino el cuestionamiento de nuestra propia realidad interior, por así decirlo, aunque vaya forma de expresarme yo también...
-¿Piensa en qué le gustará a ese público cuando compone?
-No. Primero porque nadie sabe lo que le gusta a la gente y segundo porque el compromiso de mi música es no hacer concesiones a nadie, más que a los dictados de tu propia alma. Componer es un ejercicio de honestidad que te tiene que enfrentar a ti mismo.
-¿Tiene algo que decir a quienes califican su música de empalagosa o dramática?
-No, es que creo que la realidad también es eso. Sólo enfrentarse al dolor ayuda a superarse. Me parece que conformarse es de mediocres y no revisar las sombras de la vida es conformarse a coexistir con ellas con resignación. Si tú haces repaso de las canciones de amor que más te han marcado te darás cuenta de que son terribles.
-A sus 36, ha cantado con sus ídolos de la juventud, ha vendido discos, ha experimentado con la música... ¿No aburre cumplir todos los sueños de uno?
-No aburre, aunque sí conlleva un peso cada vez más grande de responsabilidad. Pero pienso que me quedan muchas cosas por hacer, mil canciones, mil proyectos en los que embarcarme.
-¿Ve internet como una amenaza o como una oportunidad?
-¿Ese bolígrafo es bueno o malo? Depende, puede servir para escribir versos muy hermosos pero también para firmar condenas a muerte.
