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No copiemos a los italianos

A estos italianos les encanta la lírica y ya no sabemos si el Primer Ministro es un cantante de tarantelas, un tiburón de la comunicación o, a lo peor, un político. Que canta en los mítines como Hugo Chávez, sin que les dé vergüenza ni a ellos ni a sus votantes...

el 15 sep 2009 / 22:54 h.

A estos italianos les encanta la lírica y ya no sabemos si el Primer Ministro es un cantante de tarantelas, un tiburón de la comunicación o, a lo peor, un político. Que canta en los mítines como Hugo Chávez, sin que les dé vergüenza ni a ellos ni a sus votantes ¡cómo está la cosa!.

No es que prefiera yo al político mesetario antipático, de rictus desagradable modelo Aznar. Que me perdonen los socialistas, pero Esperanza Aguirre tiene esa gracia jacarandosa de la que no ha tenido nunca un problema económico. Que ha entrado por la puerta principal de los clubes más exclusivos desde niña sin hacer méritos ni identificarse ante el portero. Y si se encuentra con el Rey, los dos saben que están en la misma selecta nómina de los poderosos. Lo que no quita que la panda que le rodea, la verdad, no sea un ejemplo de finura moral y son unos señoritos de medio pelo en su mayoría, salvando a quien haya que salvar. Aunque para eso en última instancia ya está Dios que lo perdona todo, al parecer.

A lo que iba. Resulta que quieren hacer senadora vitalicia en Italia a la cantante Mina. Ella se merece un monumento en su pueblo natal, si no lo tiene ya. Ocupa en las enciclopedias un lugar que para sí quisiera el mismo Andreotti y a ella le deben, no solo los italianos, el mantenimiento de la tasa de natalidad durante décadas en que las parejas jóvenes bailaban y demás tareas amorosas con sus canciones.

Pero este monstruo de la canción se sentiría muy incómoda en su escaño, viendo que allí hay mucho cantante y pocos compositores. Porque ella todavía canta y va a ser oír un debate parlamentario y perder hasta la voz.

Me pongo a pensar en España y aunque el Senado es un lujo, por decir algo útil, lleno de personajes varios, la conmoción de ver entrar a, pongamos, Montserrat Caballé sería inenarrable. El Presidente pediría a los portavoces que entonaran el nesum dorma. ¡Por Dios! Pero fallecidas ya Lola Flores, Concha Piqué, Rocío Jurado y demás canzonettistas. Y encontrándose atribulada la Pantoja. Creo que es mejor que no sigamos, en este caso, las ocurrencias de los italianos.

Abogado

crosadoc@gmail.com

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