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"¡No hago milagros, ni magia!"

La televisiva ‘Supernanny’ nos cuenta cuál es la metodología y el éxito de un programa que ya busca desde la web nuevas familias.

el 25 feb 2012 / 17:29 h.

  • Con una mirada, una señal de su mano o un gesto la psicóloga infantil Rocío Ramos-Paúl calma lloros incesantes, acaba de raíz con gritos desquiciantes y atempera a los pequeños más hiperactivos. Dar cordura a una familia con niños imposibles es la misión de esta mediática Mary Poppins. Los padres de esos no tan adorables bajitos suplican su ayuda y ella, desde programa Supernanny, en nombre de la psicología, se hace invisible mientras estudia cada hogar, se muestra comprensiva y paciente, aconseja y formula pautas de comportamiento para toda la familia. El espacio de Cuatro, que en otoño estrenará la octava temporada, desde la web hace ya un llamamiento a las familias dispuestas a pasar el casting, a enseñarnos cómo es su vida, cómo son sus hijos y en qué fallan en la educación que les imparten. El resultado, el que algunos espectadores miren a su alrededor y piensen que todavía puede ser peor y, sobre todo, una lección educativa para los que tienen y para los que no tienen hijos.

    –¿Cuál es el caso más difícil que te has encontrado?
    –La dificultad estriba en los cambios de comportamiento que los padres estén dispuestos a hacer. Todos somos susceptibles de modificar nuestras actuaciones. Cuando los padres tienen clara esta idea la intervención es mucho más sencilla.

    –Hay quien se pregunta si exageráis los casos que emitís. A veces es tan impresionante que las familias vivan con niños tan complicados que resulta increíble.
    –Hay muchísimos padres que se ven reflejados en el programa, son dificultades frecuentes cuando se trata de educar. Claro que el programa se centra en un comportamiento que hay que modificar y eso es lo que vemos: cómo se comporta el niño, qué reacción tienen los padres y cómo hacer desaparecer la mala conducta.

    –Introducir técnicas de conductas profesionales es algo nuevo. Supernanny ha ayudado a esta metodología y ha enseñado a los padres que pueden tener un problema en casa. ¿Es así o suelen ser conscientes de que ocurre algo con sus hijos?
    –Las técnicas de modificación de conducta no son nuevas; sí lo es el hecho de que veamos su aplicación y eficacia en medios de comunicación. Supernanny ha hecho posible su divulgación y así muchos padres han descubierto que los psicólogos son profesionales que pueden resolver conflictos que dificultan la convivencia familiar. Los padres son los que mejor conocen las características de sus hijos y los primeros en darse cuenta de que algo no va bien, por eso cuando acuden a consulta tienen claro qué es lo que quieren que cambie.

    –¿Cuáles son a tu entender los problemas de las familias de hoy día con los hijos? ¿Difiere mucho esta sociedad de otras?

    –Todos los niños y en todas las épocas van pasando por etapas y esto tiene que ser así, es lo sano para el desarrollo de sus capacidades. En cada etapa hay dificultades que resolver y si no se hace en el momento adecuado luego es más difícil. Por ejemplo: entre los 0 y los 2 años el sueño y la alimentación suelen ser los temas más consultados. Cuando llegan los 3 las rabietas son el tema estrella. A partir de los 7 y hasta la adolescencia, los estudios y las normas son fuente de conflicto.

    –¿Qué casos te quedan por tratar en el programa?
    –Tantos como gente que quiera participar. Cada niño y cada familia son distintos. La rabieta de un niño es diferente de la de otro y la reacción de unos padres no tiene nada que ver con las de otros.

    –¿Supervisas los castings?, ¿qué se exige y qué rechazáis?
    –El equipo atiende a cada una de las familias que quieran participar. El proceso de selección no incluye ni exigir ni rechazar absolutamente nada. Decidimos dónde grabar en función de que el caso sea representativo de lo que ocurre cuando se tienen hijos y de que el tema de intervención sea novedoso para el que lo ve.

    –Desde que se elige a las familias hasta que sale emitido, ¿cuánto tiempo pasa? ¿Cuánto trabajáis con padres e hijos?
    –Viene a ser de unos 15 días intensos donde se acompaña a la familia continuamente, porque es un trabajo de campo, esto es, esperamos a que la dificultad se plantee dentro de la rutina habitual y entonces intervenimos.

    –¿Cómo es el proceso de grabación desde que elegís una familia hasta que se monta?
    –La familia que llama es atendida para que conozcamos cuál es su objetivo de participación en el programa. A partir de ahí, parte del equipo se desplaza a la casa y empieza a grabar. Yo me incorporó un poco más tarde, cuando ya les ha dado tiempo a acostumbrarse a las cámaras, entonces viene la observación con el objetivo de entender cuál es la dinámica familiar. Cuando tengo datos suficientes hablo con los padres para contarles lo que creo que pasa, pedirles su opinión y saber si están de acuerdo. Si es así, se comprometen a empezar con los cambios que propongo.

    A continuación toca contárselo a los niños: utilizo normas muy sencillas para trasladarles la charla con sus padres y anunciarles los cambios y después nos ponemos en marcha. Vamos introduciendo las distintas novedades según van sucediéndose las rutinas de la casa. Una vez la familia ha iniciado los cambios, me retiro para que ellos solos lleven adelante el plan de trabajo, esto me permite evaluar la necesidad de seguir avanzando con ellos o limar la actuación que hasta ahora han realizado. Hecho esto, me despido y serán ellos los encargados de mantener los cambios que han iniciado.

    –¿Te cuesta separarte de algunos pequeños a los que tratas?
    –Mi objetivo es desaparecer cuanto antes, porque eso significa que han aprendido a hacer las cosas solos. Así que me encanta decir adiós.

    –¿Se puede enseñar a unos padres a ser padres?

    –Somos capaces de aprender lo que queramos en el momento que queramos, así que a ser padres se aprende. Prueba de ello es la aceptación que tiene el programa. Te puede gustar más o menos, puedes estar de acuerdo o no con lo que ves, pero que se emita hace que la gente hable de educar y eso es fantástico.

    –¿La situación económica da más casos de niños con problemas de comportamiento?
    –Normalmente los casos que se emiten son de familias de clase media, ¿por qué? No encuentro ninguna relación entre la crisis y el comportamiento de los niños. Encontramos aspectos educativamente positivos. Emitimos los casos que grabamos con la gente que nos llama independientemente de su situación. El único requisito es querer resolver algo.

    –Siempre os centráis en el núcleo familiar. ¿Qué papel juegan los profesores y el centro educativo?
    –En la vida del niño son fundamentales: junto con la familia, son las áreas donde desarrolla sus capacidades y se forja como adulto. Pero claro, si te refieres al programa ¡no hago milagros, ni magia! El tiempo que estoy en cada casa es limitado y permite elegir uno o dos comportamientos inadecuados e intervenir sobre ellos. Sólo muestro a los padres cómo hacerlo de otra manera, de su constancia depende que los cambios se mantengan o no. En el despacho es distinto, allí sí que coordinamos el trabajo con los colegios, son los más influyentes en el niño tras la familia.

    –¿Imaginaste que tu profesión te daría consultas televisivas?
    –Nunca pensé que mi trabajo fuese visto por tantísima gente. ¡Soy psicóloga! y me encanta, no me podía imaginar que los medios iban a ser una forma de desarrollarla.

    –Dame dos puntos de vista: uno negativo y otro positivo.
    –Negarse a intentar cambiar las cosas en casa, cuando lo que hasta ahora se ha hecho no ha funcionado. Mostrar que ponerse manos a la obra es más sencillo de lo que parece.

    –Avánzanos algo de la octava temporada.

    –Terapéuticamente la espera es una habilidad que hay que desarrollar y ésta es una buena forma de hacerlo. Lo veremos este otoño.

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