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'No hay pistas claras para una vacuna del sida'

A diario salen noticias sobre los avances que se están realizando en los tratamientos del sida, sin embargo, el jefe de Investigación del Instituto Pasteur, el sevillano Fernando Arenzana Seisdedos, afirma que "no hay pistas claras para una vacuna del sida".

el 15 sep 2009 / 16:13 h.

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A diario salen noticias sobre los avances que se están realizando en los tratamientos del sida, sin embargo, el jefe de Investigación del Instituto Pasteur, el sevillano Fernando Arenzana Seisdedos, afirma que "no hay pistas claras para una vacuna del sida".

Arenzana, sin embargo, señala que hay que mantener la esperanza de hallarla, pero "las pistas más recientes se han disipado".

El jefe de Investigación del Instituto Pasteur, que ha impartido recientemente en Sevilla una conferencia a miembros de la Red Nacional de Investigación sobre el Sida sobre Retrovirología y Sida, destaca, sin embargo, que los tratamientos de esta enfermedad "progresan de manera espectacular, tanto para la forma de vida de los pacientes como para el pronóstico vital a largo plazo" y que la panoplia de medicamentos para tratarla no deja de incrementarse.

"La terapia múltiple ha cambiado el panorama del tratamiento, que se ha demostrado excepcionalmente eficaz", señala el investigador, quien remarca el "problema de aplicación" que supone que estos tratamientos sólo sean posibles en países ricos o que se aplique a una población muy baja si se tiene en cuenta que hay millones de enfermos.

Sobre las últimas dataciones filogenéticas del virus del sida, que han revelado que es más antiguo de lo que se suponía, Arenzana manifiesta que no influyen en lo que se sabía del virus, del que dice que se tiene "un conocimiento profundo".

También responsable de la evaluación científica de los 1.400 investigadores del Pasteur, en el que trabajan unas 2.600 personas, Arenzana intervino en el dispositivo que este instituto desplegó entre 2005 y 2006 en la Isla de Reunión cuando, en pocos meses, una epidemia afectó a un tercio de la población, unas 300.000 personas. En esa ocasión, el Pasteur, en palabras de Arenzana, "tocó tambores", donde 13 equipos de investigación -unas 70 personas- trabajaron para atajar el brote de chikungunya (el que camina encorbado, en swahili), una encefalopatía transmitida por un mosquito.

Rápida reacción. En Isla de Reunión, "sin experiencia en ese virus, en pocas semanas se trazó un plan de diagnóstico y se aisló y se secuenció el genoma viral", según Arenzana, quien admite que es un despliegue que "no puede hacerse todos los días" pero que demuestra la implicación del Pasteur ante la enfermedad, al tratarse de una institución "que no está en una torre de marfil, sino que mantiene intacta su vocación de servicio a la humanidad".

En el 120 aniversario de su creación, el Instituto Pasteur levanta ahora en París un nuevo edificio de mil metros cuadrados que estará "consagrado a enfermedades emergentes".

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