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«No le tenía miedo. Era más fuerte»

Hace una semana Ana echó a su ex pareja de su peluquería, que estaba ayer cerrada. Los comerciantes dicen que él bebía mucho y que iba a buscarla.

el 18 may 2010 / 10:23 h.

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Una de las vecinas indica el piso donde vivía Ana en la calle Hermanas de la Cruz.

Los vecinos de la zona de la Macarena donde residía Ana Jiménez seguían ayer conmocionados por su trágica muerte. Muchos de ellos presenciaron los hechos y otros la habían visto sólo minutos antes en la puerta de su bloque. "No me lo podía creer cuando me lo dijeron. La vi poco antes con él", comenta una de las vecinas del número 24 de la calle Hermanas de la Cruz donde residía la víctima.

Ayer no se hablaba de otra cosa en la barriada de El Rocío, donde murió, y en Pío XII. "Yo estoy aquí a lo mío y no me he enterado muy bien, pero era lo que todos comentaban", asegura la propietaria de una frutería cercana al lugar donde Ana perdió la vida, un punto señalado por el tono aún rojizo del acerado. Los rumores y los comentarios se propagaban rápidamente y eran muchos los que aseguraban haber hablado con algún testigo de los hechos, que ayer prestaron declaración en la Policía. Y es que decenas de personas aguardaron frente al lugar en el que quedó el cuerpo sin vida de Ana hasta que se produjo el levantamiento del cadáver, más de cuatro horas después, mientras relataban impactados cómo los servicios sanitarios estuvieron durante largo rato tratando de reanimar a la mujer, sin conseguirlo. Había perdido mucha sangre, como era evidente a simple vista, aún desde fuera del fuerte cordón de seguridad establecido por la Policía, que colocó hasta cinco coches rodeando el cuerpo oculto bajo las sábanas.

Entre los vecinos que se paraban a preguntar qué había ocurrido había muchos inmigrantes, en una zona como San Lázaro en la que abundan los residentes procedentes de otros países. Otros, vecinos en el barrio de toda la vida, lo dejaban claro: en estas barriadas no hay problemas de integración, por lo que solicitaban que no se criminalizase a los inmigrantes.

El mismo presidente de la asociación de vecinos de El Rocío, Antonio Bayón, pide que no se generalice, "pues aquí hay nacionales peores". Según Bayón, en El Cerezo se ha conformado "una nueva ONU", en referencia a los altos porcentajes de población inmigrante residente en el lugar. "Hay sudamericanos, rumanos, árabes, de todas clases, y todos con negocios característicos", afirma.

Pero la zona de San Lázaro no era la única que ayer se despertaba conmocionada por la muerte de una vecina, en la Urbanización Parque Flores -junto a la SE-30-, donde Ana regentaba la peluquería HJ desde hace más de nueve años, también. Los comerciantes de la zona no podían creerse que Ana haya fallecido. "Pero si ella era mucho más fuerte que él. Le ha tenido que coger por la espalda", dice el camarero del bar donde Ana solía desayunar o almorzar. "Estuvo aquí comiendo con una amiga. Las sardinas que faltan ahí se las comió ella", afirma. "Casi me caigo cuando me lo han dicho, porque pasé de madrugada por el sitio y me extrañó que hubiera tanta Policía. Cuando me enteré que era ella no me lo podía creer", indica.

El cartel de "cerrado por defunción de Ana" en su peluquería confirmaba la tragedia. Fueron muchos los clientes y comerciantes que se acercaron hasta allí para saber cuándo iba a recibir sepultura. Todos ellos coincidían en que era "una buena mujer que nunca dio problemas", pero también en que "él se emborrachaba y venía a buscarla". "Más de una vez le he tenido que decir Richard, vete donde Ana o a tu casa, pero de aquí te tienes que ir", aseguraba el camarero.

Pero, el incidente que ayer todos recordaban había tenido lugar la semana pasada. Ana tuvo que echar a su ex pareja de su local porque estaba muy agresivo. "Él llegó con unas bolsas de leche, discutieron y ella tuvo que echarlo a la calle y cerrar las puertas", explica un comerciante. Él se enfadó "y golpeó la leche, derramándola por todo el acerado". Sin embargo, Ana no llamó a la Policía "porque no le tenía miedo", comentan en el bar, pese a que una de sus clientes más fieles "se lo recomendó".

Ana era muy conocida en esa zona porque años antes había regentado una peluquería en Pino Montano, en una zona situada justo frente a la actual. "Muchas clientes de la antigua peluquería seguían con ella. Era una mujer muy trabajadora".


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