En un paso más para reforzar la tradicional línea social de El Correo de Andalucía, que es una de las señas de identidad que se han mantenido inalterables en sus casi 115 años de historia, la nueva empresa editora del periódico, Grupo Morera & Vallejo, ha decidido dejar de admitir los anuncios por palabras relacionados con la prostitución que se publicaban en la sección de Hablados. Dichos anuncios dejaron de aparecer en el periódico hace un par de semanas, en un gesto pionero en la prensa sevillana.
La medida supone un intento de ser coherentes con nuestra propia línea editorial, muy comprometida en una cuestión de gran calado social y tras la que hay historias personales cargadas de dramatismo. Hasta la fecha, y pese a nuestro claro posicionamiento en contra de una cuestión que por desgracia afecta a demasiadas mujeres, era evidente la contradicción que suponía la publicación de anuncios relacionados con este negocio. Por un lado denunciábamos estas prácticas, pero por otro las aceptábamos como publicidad, en un gesto sobre el que reiteradamente nos han llamado la atención no pocos lectores que nos instaban a ser consecuentes con los que consideramos nuestros propios principios.
Con esta decisión, lo que pretendemos en definitiva es pasar de las palabras a los hechos, algo que como medio informativo le exigimos continuamente a políticos y administraciones. Pero esta vara de medir no sólo se le debe aplicar a ellos, sino que cada cual, en la medida de sus posibilidades, tiene que hacerlo también si de verdad entre todos queremos poner nuestro grano de arena para cambiar y mejorar nuestra sociedad. Atendiendo a este discurso, en el que firmemente creemos, se ha tomado una decisión que supone un coste económico, pero que nos reafirma en nuestros principios morales y éticos. Lo entendemos, en definitiva, como una cuestión de responsabilidad con nuestros lectores y con la sociedad en general, pero también con nosotros mismos como medio de comunicación implicado en lo social.
La coherencia es algo a lo que todos aspiramos pero que es complicado de conseguir, algo a lo que no somos ajenos. Seguiremos cometiendo errores y, en ocasiones, volveremos a caer en la contradicción de hacer aquello contra lo que predicamos. Pero al menos en una cuestión tan sensible como ésta, en la que se trafica con la dignidad de la mujer, vamos a ser fieles a nosotros mismos y a predicar con el ejemplo de lo que defendemos. Y con la ayuda de nuestros lectores, confiamos en ir reduciendo día a día estas contradicciones para cumplir mejor con el papel social que tenemos encomendado y en el que creemos firmemente.
