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Economía

'No me meto en fusiones. Mejor calidad que café para todos'

El presidente de la Sociedad Agraria de Transformación (SAT) Santa Teresa reivindica la marca (la suya, 1881), advierte del peligro de guardar aceite - «si hay que vender barato, habrá que hacerlo» y dice que el problema lo crean cuatro empresas y el menor consumo.

el 16 sep 2009 / 00:36 h.

-1881, uno más que 1880. ¿La SAT Santa Teresa tiene algo que ver con ese turrón del que dicen que es el más caro del mundo?

-Para nada. Nacimos, allá por el año 1969, como grupo sindical de colonización en Osuna, al que otorgaron el número 1.881, que después fue patentado como marca. No son pocos los que lo confunden con el año de nacimiento, pero no, somos mucho más jóvenes.

-¿Quiénes la componen?

-La actual sociedad agraria de transformación, que tiene otro número, el 1.841, posee 1.200 socios de derecho, de los que la mitad lo son de hecho, es decir, que siguen llevando a la SAT sus productos. El resto corresponde, por lo general, a títulos primitivos heredados que no se han actualizado.

-¿Aceite de oliva virgen extra exclusivamente?

-Envasado y vendido con nuestra marca, sí. Tenemos otros tipos, pero a granel.

-¿A cuánto asciende la producción?

-Depende del año. El pico más alto, 30.000 toneladas de aceituna, y el más reducido, 15.000. Para esta campaña serán 22.000, de las que 14.000 se molturarán para aceite, con 3.000 toneladas de producción.

-De esta última cantidad, ¿qué porción se envasa?

-Aproximadamente la mitad. Aunque exportamos, nuestro mercado principal es el nacional. En el exterior hacemos pinitos en Dinamarca, Holanda, Italia y Japón y tratamos de abrir una oficina comercial en China.

-¿Y por qué no 1881 para las aceitunas de mesa?

-Estamos empezando a envasar con marca aceituna manzanilla negra y verde, con y sin hueso. Se inició en mayo pasado, pero es incipiente. Tenemos una planta de oxidación y envasado de aceituna, creada hace tres años y cuyo accionariado se reparten al 50% Santa Teresa y la sociedad Mission Olive, de la localidad de Herrera. En ella se envasan 12.000 toneladas de aceitunas en lata, aunque todavía muy poco con marca propia.

-¿Es más complicado vender aceituna que aceite?

-Pudimos montar ese quiosco tan grande para aceituna de mesa gracias a que el principal accionista de Mission Olive es el Grupo Cazorla, que tiene marcas fuertes y con gran mercado en el exterior. A él le envasamos y él vende. Es la única forma de rentabilizar los 6 millones de euros de inversión que supuso la planta. Ésta se planteó sólo para aceitunas negras [oxidadas] para impulsar la recogida mecanizada de la aceituna, puesto que los costes de producción, en especial los laborales, son cada vez más elevados. Para la aceituna negra, no existe problema con la mecanización, dado que el molestado [el daño a los frutos] no importa tanto como en la verde.

-¿Qué otros proyectos hay?

-En la industria del aderezo de la aceituna, no así en la del aceite, uno de los problemas más graves es el de los residuos. Por ello, queremos construir una planta depuradora que vaya sustituyendo a las plantas de evaporación [de esos residuos]. Y, por supuesto, mantener todo aquello en marcha, que no es poco, y ser capaces de conseguir unos precios rentables para que los agricultores puedan seguir subsistiendo en el campo.

-¿Está el olivar en crisis?

-Casi todo está en crisis en la agricultura, y en el caso del olivar el futuro pasa por un abaratamiento de los costes. Subir el precio del aceite es complicado, ya que el consumo se ha venido abajo, y la aceituna, al no ser un producto de primera necesidad y debido a la crisis económica, la gente prescinde de ella. En cuanto al aceite, cabe recordar que el de girasol está muy barato y el consumidor vira hacia éste. Si hay que vender, habrá que hacerlo más barato y no guardarlo, no podemos almacenarlo cinco años, el aceite no es el mismo.

-¿Pero el olivar es rentable?

-A pesar del precio, el olivar es aún un cultivo interesante y lo seguirá siendo si continúa el abaratamiento de los costes, con plantaciones intensivas y recolección mecanizada.

-La caída de precios, ¿a quién hay que achacarla?

-Yo tengo mi idea. La demanda está concentrada en muy pocas manos, tres o cuatro. A nosotros no nos afecta tanto porque vendemos con nuestra marca, aunque a todos nos afectan las marcas blancas. Éstas controlan ya el 70% del aceite comercializado y están poniendo el precio del 30% restante, las marcas propias. Eso no puede ser, porque llegará un momento en el que el primor que se hace con los olivos para cosechar un aceite virgen de primera calidad se pierda, ya que los agricultores sacarán lo mismo si lo hacen mal.

-¿Qué cuesta crear una marca?

-Tiempo, más que dinero, y esfuerzo. 40 años llevamos nosotros.

-¿Cuál es la facturación?

-Entre Santa Teresa y su filial aceitunera, en torno a 35 millones de euros, de los que 18 corresponden a la primera.

-Santa Teresa, ¿se fusionaría con alguien del sector?

-De momento, no.

-¿Por?

-Nos gusta gestionar nuestros propios productos. La necesidad de vender muchas toneladas supone complicar las cosas, entrar en la vorágine de las cadenas comerciales, supermercados, grandes superficies. Nosotros sólo estamos en El Corte Inglés a nivel nacional y en Eroski en Sevilla y Málaga. 1881 es un aceite de una muy buena calidad y no puede mezclarse con otros ni convertirse en cabecera de otros donde reine el café para todos.

-Dicen que las no fusiones de cooperativas agroganaderas es, ante todo, un problema de personalismos y localismos.

-No lo creo, y ahí están los ejemplos de Hojiblanca y Oleostepa. Nosotros tuvimos hace años una experiencia con varias cooperativas y no cuajó porque entraban en colisión los intereses de unas y otras.

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