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No se puede perder y no se puede bajar

El futuro del Betis en Primera División estará resuelto a las nueve de esta noche. A esa hora, el equipo verdiblanco ya habrá jugado contra el Valladolid. Si ha ganado, seguirá en la máxima categoría. Si no, dependerá de lo que haya ocurrido en Santander, Gijón y Pamplona. Es el último capítulo de la agonía. Detrás espera la vida... o la Segunda.

el 16 sep 2009 / 03:35 h.

El futuro del Betis en Primera División estará resuelto a las nueve de esta noche. A esa hora, el equipo verdiblanco ya habrá jugado contra el Valladolid. Si ha ganado, seguirá en la máxima categoría. Si no, dependerá de lo que haya ocurrido en Santander, Gijón y Pamplona. Es el último capítulo de la agonía. Detrás espera la vida... o la Segunda.

La Liga se acaba, el Betis se juega su futuro en Primera y todo, absolutamente todo queda atrás porque ya sólo existen los noventa minutos finales ante el Valladolid. Ni el brillantísimo juego y los pésimos resultados en el arranque de la Liga. Ni la ridícula irrupción de Betis Sport y el patético añadido del emir árabe. Ni el 6-1 en el Bernabéu. Ni el 0-3 que se perdió en el limbo en sólo veinte minutos en Palma. Ni el penalti de Ricardo al Numancia en el minuto 94. Ni el relevo de Paco Chaparro. Ni el 2-0 en Montjuic como si no pasase nada. Ni el 1-0 contra los suplentes del Athletic. Ni el 4 de 24 en las seis últimas jornadas, cuando todo parecía casi hecho después de vencer al Sporting. Ni los pitos a los canteranos. Ni siquiera Manuel Ruiz de Lopera. Todo eso ha sido la temporada en el Betis y nada de eso importa hoy a los béticos. Esta tarde sólo hay una meta en común: la victoria. La vida.

El beticismo lo sabe. Ha sufrido mucho y se ha acostumbrado a la triste rutina de no ganar porque el equipo no le ha ofrecido más que eso durante los cuatro últimos años, pero a la hora de la verdad nunca ha vuelto la espalda a los suyos. Hoy hará lo mismo, aunque después del partido exprese su inconformismo. Pero cuando el protagonista sea el balón, cuando el Betis salga a enfrentarse al Valladolid en pos de la salvación, allí estarán los béticos y su aplauso.

A los artífices de que el Betis esté como está, a los artífices de la permanencia o el descenso, les vendrá muy bien ese respaldo. Los futbolistas, porque ellos son los que siempre deciden el destino de un equipo, ya han demostrado que por sí solos no van a casi ninguna parte. En este epílogo de la campaña resulta ya cansino acudir a los números que avalan la lamentable realidad verdiblanca, pero una última vez no está de más. El Betis sigue siendo el segundo peor local de la Liga, con apenas 19 puntos, y el que menos victorias ha regalado a sus aficionados en casa, apenas cuatro (Mallorca, Racing, Sporting y Almería). Por suerte para los hombres de Josep Maria Noguès, su adversario tampoco es un hacha fuera de su campo: curiosamente lleva tantos triunfos de visitante como el Betis de local, cuatro (Villarreal, Atlético, Valencia y Recreativo). Desde su visita a Huelva, sin embargo, ha empalmado cinco derrotas consecutivas lejos del Zorrilla.

Esa nulidad fuera de casa sólo ha sido una parte de la nefasta racha que ha transformado al Valladolid en aspirante al descenso después de ser aspirante a la UEFA hace dos meses: ninguna victoria en diez jornadas, tres puntos de 30 posibles, siete jornadas consecutivas sin marcar hasta hace dos... Y a pesar de todo, el conjunto castellano-leonés es el único que se asegura la permanencia con cualquier resultado que no sea una derrota. El Betis la garantiza sólo si gana; si empata o pierde, ya puede ir rezando para que el Racing se imponga al Getafe o para que tropiecen Sporting u Osasuna, y pocos cuentan con ello, la verdad.

Así ha llegado el Betis a este último episodio de otra temporada agónica. Sufriendo, para variar, y como equipo de Primera, pero por muy poco, por un punto. A las nueve de la noche habrá mantenido esa condición o habrá vuelto a Segunda, ocho años después. La vida o el drama en sólo una hora y media.

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