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"¡No se vaya, no se vaya!"

el 14 nov 2009 / 00:19 h.

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Como cuando llegó, hace poco más de 27 años, la puerta de la Asunción de la Catedral se abrió ayer para despedir a monseñor Amigo. Miles de personas aguardaban en el interior del templo metropolitano para gritarle a su cardenal lo que sólo una mujer se atrevió, ya casi al final, a pronunciar: "¡No se vaya, no se vaya!".

Desde que el joven franciscano aterrizó en Sevilla como nuevo arzobispo hasta anoche, esta puerta sólo se había abierto con motivo de las dos visitas de Juan Pablo II y en la celebración del Jubileo en el año 2000. Una señal inequívoca de que lo que iba a pasar dentro era muy importante para la ciudad. Además, las otras cinco puertas de la Catedral a la calle también permanecieron abiertas para dar cabida a todo el que quisiera decir adiós personalmente a este Amigo que reconocía tras la solemnísima misa que le sorprendía ver que "todas las caras le resultaban conocidas y que podía incluso recordar el nombre de muchos de estos fieles", en una demostración de que "siempre han permanecido cercanos a su obispo".

Y todas estas personas quisieron despedirse de él personalmente. A la mayoría no les salía más que un tímido "gracias" mientras besaba su mano, pero hubo quien se atrevió a cantarle las sevillanas del Adiós y dedicarle unos vítores. Aunque lo único que consiguió enmudecer al público fue la saeta del Padrenuestro que cantó, tras el rezo de la Coral Polifónica de la Catedral, Paco Cruz.

Desde que entró por la puerta de la Asunción, donde le aguardaba todo el cabildo catedral, hasta que salió de la Sacristía para los saludos personales, casi tres horas después, cinco ovaciones acompañaron sus pasos y sus palabras, así como las que monseñor Asenjo, el nuevo arzobispo de Sevilla, le dedicó a modo de monición de entrada de la eucaristía. "Nos ha edificado a todos con el testimonio sereno de su propia vida", le confesó el sucesor tras destacar la masiva presencia de obispos y sacerdotes -más de 300- y hacer un recorrido por su pontificado."Ya ven ustedes la nobleza y la generosidad del nuevo pastor", le respondió el cardenal, que, no en vano, escogió el 13 de noviembre, festividad de San Leandro, el primer obispo santo sevillano, para despedirse. Ante la Virgen de los Reyes, que, excepcionalmente presidía el altar del Jubileo, San Isidoro y su hermano Leandro, la imagen de Santa Ángela de la Cruz -procedente de la Parroquia del Mayor Dolor- y San Francisco de Asís, Amigo Vallejo repasó el santoral sevillano como modelo de la actividad actual de la Iglesia de Sevilla, "que vive sin nostalgia del pasado, pero recogiendo el caudal de vida y doctrina que nos ha dejado". Finalmente, el cardenal, que "por razones técnicas" aún desconoce la fecha exacta en la que dejará Sevilla, mostró su "gratitud a cuantos me ayudaron directamente en el gobierno de esta querida archidiócesis" y "a las autoridades e instituciones, a los que nos acompañan en la misma fe y a los que, desde otros credos o sin profesar alguno, han estado a nuestro lado".

Esta despedida también era la del hermano Pablo, incansable secretario del cardenal, que no pudo reprimir las lágrimas ante las muestras de cariño y agradecimiento de los sevillanos. 

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