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«No todos servimos para todo, pero todos servimos para algo»

El delegado de la ONCE en Andalucía habla con el convencimiento de la fe. Afirma que con formación somos útiles, que la mayor barrera para la normalización de los discapacitados es la mental y que ya basta de buenas leyes y de escasos cumplimientos. A los 70 años de su creación, los retos de la ONCE siguen intactos. Foto: Antonio Acedo.

el 15 sep 2009 / 20:41 h.

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El delegado de la ONCE en Andalucía habla con el convencimiento de la fe. Afirma que con formación somos útiles, que la mayor barrera para la normalización de los discapacitados es la mental y que ya basta de buenas leyes y de escasos cumplimientos. A los 70 años de su creación, los retos de la ONCE siguen intactos.

-Usted suele decir que Andalucía es el corazón de la ONCE. ¿Es sólo cariño desmedido o una realidad?

-Es verdad pura. La comunidad es el motor económico de la ONCE a nivel nacional, es el pilar fundamental sobre el que se sustenta. Andalucía supone un 26% de los ingresos y el 20% de los afiliados. Aquí tenemos más de 20.000 trabajadores, y de ellos el 78% con algún tipo de discapacidad. Ese volumen de trabajo y de personal es inigualable.

-¿Eso llega a la gente, son los andaluces conscientes de su labor?

-Creo que sí. Igual que no se puede entender la ONCE sin Andalucía no se puede entender Andalucía sin la ONCE, por la labor e importancia que tiene para los ciegos en particular, para las personas con discapacidad en general y para la sociedad en su conjunto. No sólo por la labor social que prestamos a los asociados, sino por los acuerdos con las administraciones. Somos el principal empleador de personas con discapacidad, creando empleo en un nicho especialmente necesitado, porque aquí no hablamos de un 12, un 13 o un 14% de tasa de desempleo, sino de más del 35%. Por lo que supone en empleo, en educación, en apoyo a otras discapacidades, le digo que la ONCE y Andalucía son un matrimonio bien avenido. El pueblo andaluz da muchísimo cariño; si no, como está el sector de juego, sería difícil competir.

-Pero, pese a ello, sólo nos preocupamos de lo que hacen cuando nos toca la discapacidad de cerca...

-Somos así de olvidadizos. Cuando te toca un caso cerca es cuando le prestas atención a la discapacidad, cuando te vuelves mayor y te cuesta subir una escalera o llevas un carricoche y hay bordillos.

-La base para entender la discapacidad es superar ese desconocimiento, entonces.

-Sin duda, y en generar empatía. Cada uno tiene sus problemas pero el mérito está en que cada uno se ponga en el lugar del otro. Yo lo aplico cada día en mi trabajo. Cualquier persona con un alto cargo que no sea capaz de entender el problema de los suyos debería dejar su puesto inmediatamente. Cuanto más alto responsable se es, mejor servidor se debe ser. Y a veces se nos olvida. Cuando uno pierde el norte, debe dejar su puesto.

-¿Encuentra en la calle la conciencia necesaria para cambiar las cosas?

-No, está claro que no. Si la sociedad estuviese concienciada de que una persona discapacitada es tan válida como cualquier otra -y lo mismo la Administración-, no habría tanto desempleo, ni problemas para acceder a la universidad o un colegio sin rampa? Ése es el gran salto cualitativo de los últimos 20 años, la sensibilización.

-¿Tan grande es la diferencia?

-Sí. No hace muchos años una persona con discapacidad era algo vergonzante que había que ocultar. El gran avance se ha producido sobre todo por las campañas de sensibilización, con las que hemos trasladado una imagen de normalidad. No todos servimos para todo pero todos servimos para algo, estoy absolutamente convencido.

-La normalidad, que no llega...

-Es que no termina de calar la idea de que todos somos personas con discapacidad. No todo el mundo puede ser astronauta, cocinero, costurero, abogado o piloto de fórmula. Estamos discapacitados para con algo, pero con la formación adecuada podemos buscar aquello en lo que mejor encajamos. Las personas con discapacidad son personas con necesidades especiales que tienen solución. El problema de la discapacidad es la búsqueda de soluciones, y todo tiene solución. Seguimos pensando que la principal barrera es que se asuma la normalización e integración como un hecho natural, que la persona con discapacidad es persona primero, con unas necesidades especiales.

-¿Esa reflexión es trasladable a Andalucía? ¿Somos más o menos sensibles a la discapacidad?

-Mire, los andaluces somos el pueblo más sensible ante las situaciones de la vida y también ante la discapadidad. En su conjunto, son muy sensibles ante la adversidad y esa cercanía ha hecho que tengamos el marco legislativo más avanzado de Europa en temas sociales. Ese esfuerzo se ha hecho desde el pueblo, esa sensibilidad se ha trasladado a los representantes desde abajo.

-¿Le satisface entonces la legislación actual en la región?

-Es buena, pero también le digo que es el momento de pasar del voluntarismo, de las buenas intenciones, y afrontar la solución de estos problemas con hechos, con partidas presupuestarias. El marco legislativo es una declaración de intenciones, pero como se manifiesta el compromiso es con un presupuesto. Con más fondos los problemas se atenúan, claro.

-El Ayuntamiento de Sevilla está tramitando una ordenanza nueva, que quiere que sea un compendio de "la mejor legislación europea". ¿Le gusta la iniciativa?

-Le insisto en que el marco legislativo que tenemos es el más vanguardista, así que no queremos que se legisle más. Con lo que tenemos es bastante, pero cúmplase. Antes de pensar qué puedo hacer, haga lo que ya sabe que tiene que hacer. Vamos a cumplir lo que ya ha dicho que iba a cumplir y no diga lo que va a hacer en el futuro. Si el marco legal se cumpliese los problemas quedarían reducidos a una mínima expresión. Que se dediquen a cumplir, no a pregonar más intenciones.

-¿Y la crisis económica? ¿También se nota en el juego?

-Los ingresos bajan porque el juego no es un producto de primera necesidad, no es un cartón de leche ni una barra de pan, es algo que si la gente compraba todos los días, ahora compra menos días. La crisis nos afecta, claro, pero la ONCE es mejor que los Reyes Magos y Papá Noel: ellos traen ilusión dos veces al año y nosotros todos los días.

-¿A la ONCE también le está tocando reducir empleos?

-No, en absoluto. Nuestro compromiso no sólo es no destruir ni un puesto de trabajo sino seguir generando empleo. Este 2008 hemos creado más de 3.600 en España, 700 de ellos en Andalucía. Nuestro compromiso es seguir en esa línea.

-¿Y qué hacen Chaves y Corbacho que no le piden consejo?

-Bueno, se destaca más lo malo. La Administración se reúne con muchos entes sociales y empresas para que no se destruya empleo y, sin embargo, a mí no me ha llamado nadie para preguntar cómo pueden ayudarnos a seguir en esta línea. Cuidado, nos sentimos muy arropados por las administraciones, pero en momentos de crisis, igual que se llama porque se está perdiendo trabajo se podía llamar a los que creamos empleo. No estaría de más, aunque no digo que lo necesitemos.

-¿Cuál es su truco?

-El trabajo es un bien esencial que nunca debe estar en venta. Podemos cuestionar muchas cosas pero nunca el mantenimiento de los puestos y el proyecto social, forma parte de nuestros genes. Hay gente que ha ganado muchísimo y ahora gana menos y manda a gente a la calle. Si el balance lo hicieran en 10 años y no en uno se darían cuenta de lo mucho que le han dado los trabajadores.

Puede leer la entrevista completa en la edición impresa de El Correo de Andalucía.

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