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Nombre, apellidos... ¿y mote?

En los pueblos los apodos son parte de la herencia familiar, pero los de la ciudad no se salvan. ¿Es correcto su uso en el siglo XXI?

el 23 ene 2010 / 09:08 h.

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Sergio Canales celebra su gol al Sevilla.
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'Sobrenombre que se da a una persona por una cualidad o condición suya'. Así define la Real Academia Española el sustantivo masculino y singular de 'mote'. Pero, ¿qué culpa tendrá Daniel Valladolid, estudiante de 29 años, 'El fueguito' para más señas, de que su tatarabuelo fuera pirómano? "Ninguna", responde él, "pero desde entonces en Almonte la gente se refiere a mi familia como 'Los fuegos', y a los más jóvenes como 'fueguitos', qué se le va a hacer...", suspira el joven afincado en Los Remedios.

Daniel insiste entre risas en hacer una aclaración: "Hemos heredado el mote, pero no la condición de pirómano, que quede claro". Que respiren los vecinos de Almonte y Los Remedios, esta noche pueden dormir tranquilos.

Lo que sucede en el clan Valladolid se repite en cientos de familias españolas. Como quien hereda un mal carácter o la habilidad de contar chistes, o los ojos verdes y las piernas largas, los motes, apodos y alias pasan de padres a hijos durante generaciones. Algo curioso ocurre con esta tendencia tan de aquí: cuando es a uno mismo a quien se le pone el sobrenombre de 'cabeza', 'chino', 'cuatrojos' o 'búho', mal asunto.

Pero si la historia viene de lejos y los atributos llamativos formaban o forman parte del físico de consanguíneos, el pseudónimo se lleva con orgullo, e incluso se reivindica si alguien ajeno al círculo familiar osa por utilizar ­-qué locura- el nombre de pila para referirse a uno.

Éste es el caso de 'El Vinagrilla'. ¿Qué no lo conoce? Pertenece al clan de los Vinagrillas, familia oriunda del pueblo de La Carlota, situado entre Córdoba y Sevilla, con cerca de 12.000 habitantes. El culpable de esta media ensalada que se ha creado a unos cuantos kilómetros de la capital hispalense es el padre de José Ortega, nombre real tras el que se esconde el Vinagrilla menor. Era fuerte como pocos en La Carlota, y de un día para otro fue bautizado como el Vinagre. Eso es todo.

Porque los mejores motes, los que perduran, suceden así, de forma rápida y sencilla. Y así mismo, sesenta años después José, opositor a policía, se pasea orgulloso de su mote heredado en Córdoba por la Campana de Sevilla. "Yo soy un Vinagre", dice.

Pero no siempre el mundo de los motes es tan inocente. El Koala tiene 23 años, estudia Comunicación Audiovisual y los que le conocen lo llaman así por sus ojos, que son muy pequeñitos. En realidad se llama Pablo Rodríguez Manjavacas. Y ahí, en su segundo apellido, residen todos los problemas que el Koala tuvo durante su infancia y adolescencia: "Los niños son muy crueles, me fastidiaron mucho la vida", reconoce.

Que a su madre le llamen cariñosamente Burra por cabezota, o a su tío El Marqués por lo bien que vive, no causa daño alguno. Pero la barrera entre lo simpático y lo despectivo es muy delgada, y muchos no la ven."No soporto que algunas personas pongan motes despectivos", comenta Manuela Angulo, dependienta de 35 años.

"Me parece un síntoma de crueldad. Cuando una persona necesita utilizar un mote para desprestigiar a otra, es que no tiene suficientes argumentos sólidos a los que agarrarse para hacerlo de una manera mas justa".

El asunto se vuelve más delicado aún cuando esos apelativos hacen referencia a la orientación sexual de la persona. En las páginas de este periódico se leía hace unos días que a partir del próximo curso la homofobia se distinguirá del resto de agresiones en los colegios y estará castigada con la expulsión durante un mes.

Manuela apoya esta medida, "pero la extendería al resto de discriminaciones".El gordo, El bombilla, El cuchara o La vuelcaollas. Cuando el mote le gana la batalla al nombre y los apellidos, y lo hace sin maldad, el mundo se convierte en un aula de colegio enorme.

Daniel Valladolid - Estudiante, 29 años. "En Almonte es famosa La vuelcaollas, una mujer que estaba loca y entraba en las casas"

La familia de Daniel es famosa en la localidad onubense por un tatarabuelo, que era pirómano. Desde entonces "nos conocen a todos por Los fuegos, y a los más jóvenes por Los fueguitos". Ahora Daniel tiene 29 años y vive en Los Remedios, pero está orgulloso de su mote, "aunque no es pirómano".

Nieves - 46 años. "A mi hijo le dicen Pinchu desde pequeño porque era muy chico. Ahora tiene 23"

Nieves y Manuela son dos vecinas de Constantina. Se conocen de toda la vida y aseguran que "en los pueblos eso de los motes se estila mucho". "A mi hijo", dice Nieves, "le conocen por Pinchu porque mi cuñado se lo puso cuando nació y se le ha quedado". "Yo soy Meína", dice Manuela, "por mi abuelo".

Sandra y Valeria - Estudiantes, 17 y 19. "Estamos de acuerdo con que se castigue a los que se meten con los homosexuales a diario"

"Nosotras no tenemos mote, pero muchas amigas nuestras sí", aseguran estas dos jóvenes estudiantes de E.S.O y Bachillerato. "La Paleta se llama una, porque tiene muchosdientes", dicen. Al padre de Valeria le llaman "Pingüino", como a su abuelo.

Raúl Enríquez - Camarero, 21 años. "Me llaman 'El musiquito' porque estoy todo el día con los cascos escuchando música"

Raúl sólo deja de escuchar música cuando está trabajando. El resto del tiempo "lo paso enganchado a mis cantantes. Tan pesado soy que mis amigos han dejado de llamarme por mi nombre, pero a mi no me molesta, peor es llamarse Culo como un amigo mío".

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