Los Estados Unidos de Norteamérica vivirán hoy una jornada histórica en la que pueden cambiar el rumbo de su nación tal y como está demandando, de forma más o menos clara, buena parte del mundo. El republicano John McCain y el demócrata Barak Obama aspiran a liderar un nuevo tiempo en la principal potencia el mundo, venida a menos y con un marcado desprestigio internacional en los últimos años, propiciado por el gobierno errático de George Bush, bajo cuyo mandato se inició la injusta guerra de Irak y la crisis de las hipotecas subprime, origen de las actuales turbulencias financieras que han sacudido los mercados internacionales dejando a muchos países a las puertas de la recesión. Según las encuestas, la participación puede ser histórica. Tal es el grado de implicación de los norteamericanos en una campaña electoral en la que todos, republicanos y demócratas, son conscientes de la necesidad de un cambio. Para no llamarnos a engaño, es necesario subrayar que hoy por hoy, ese cambio que estados Unidos necesita lo representa la figura de Barak Obama, quien además, podría convertirse hoy en el primer hombre de raza negra en ocupar la Casa Blanca. Pese a la contundencia de las encuestas electorales, que se decantan claramente en favor de Obama, la sociedad norteamericana puede deparar sopresas por el oculto factor racial o, como ya ocurriera en su día, con los votos mariposa que le robaron la victoria a Al Gore en el último suspiro. Así que hasta que no se recuente la última papeleta, no será posible señalar a un vencedor. Lo que sí se puede decir ya es que hoy Estados Unidos está de enhorabuena porque ha puesto fin a la 'era Bush', uno de los presidentes más nefastos en la historia norteamericana, cuya popularidad ha caído a pasos agigantados. Hoy, Norteamérica puede optar por maquillar la administración Bush con MacCain, o visualizar ante el mundo el cambio de rumbo con Barak Obama.
