Independientemente de los resultados obtenidos, que evidentemente no son para tirar cohetes, podría reflexionarse sobre el juego del equipo verdiblanco. Sin buscar tres pies al gato, quién no piensa que lo que afecta al equipo desde hace unos años es la debilidad del bloque, sobre todo, cuando en medio de la mediocridad, no se sobresale con goles o paradas, que es lo que ha dado rédito últimamente (ahí están Oliveira o Doblas). Por otro lado, dicha debilidad no viene acompañada necesariamente de derrotas: este año se han obtenido puntos debido a actuaciones individuales, si bien también algún desacierto aislado los ha volatilizado.
Lo que parece más destacable, pues, y al margen de posturas resultadistas, es la percepción de ver a once jugadores con un cometido individual muy definido pero con una clamorosa ausencia de un propósito común, algo así como "Todos para uno y uno para todos". Porque la suma de las individualidades no supone obligatoriamente el todo que aspiramos a conocer y disfrutar. En el bloque, en el conjunto, deben resaltar otras cualidades, se ponen de manifiesto otras virtudes y se llega a su consecución de la mano de varios factores que tienen que conjugarse con trabajo permanente y dedicación exclusiva. Que no suene esto a reproche. En todo caso a nostalgia de tiempos mejores.