Cultura

Nubarrones sobre el tesoro

el 22 mar 2010 / 20:08 h.

Estamos convencidos de que en cualquier otra ciudad un tesoro de incalculable valor como la Orquesta Barroca de Sevilla (OBS) estaría a estas alturas –15 años la contemplan– plenamente enmarcada en el panorama cultural, lo que significa una estabilidad económica más que suficiente como para que sus músicos no se vean obligados a ser marionetas al socaire de tal o cual institución. Desgraciadamente, la historia de la OBS está hecha de altos y bajos, de momentos de gravedad y de éxitos estructurales (los otros, los artísticos siempre les han acompañado) que se desmoronan tan pronto como ven luz.
Con un sello discográfico propio –y dos sobresalientes registros en el mercado– y una proyección nacional e internacional que les sitúan como una de las agrupaciones más interesantes de Europa en lo que compete a la interpretación con criterios históricos, la OBS recibe el varapalo de ver cercenada su tan ansiada temporada estable y tener que salvar los platos con el apoyo firme, mas nunca excesivamente pletórico, del Consistorio sevillano.

Y resulta paradójico que todas estas tristes informaciones vengan a primera plana cuando la OBS acaba de ofrecer dos excelentes muestras de su quehacer en el recién clausurado Festival de Música Antigua. Dirigidos por el violinista italiano Enrico Onofri, el conjunto leyó en una intensa y gozosa hora y media de música sin pausa las obras de Scheidt, Biber y Bach que les concitaron el domingo en el Salón del Almirante del Real Alcázar.Poco hizo presagiar la adustez de la página de Scheidt el desmelene que Onofri iba a imprimir en la OBS a la hora de servir la Battalia, una humorada de Biber con mucha buena música que hay que leer entre líneas de la gestualidad y ornamentación que toda buena interpretación debe darle a la pieza.

Con el Concierto para oboe BWV 1060 de Bach llegó el cénit, con instantes de puro recogimiendo y sensibilidad y otros de nerviosa brillantez. De libro. Más personal y por ello discutible fue la versión de la Ouverture BWV 1066, excesivamente aligerada de tempis –marca de Onofri– pero con una prestación instrumental inmejorable.

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