Economía

“Nuestro compost es único: recicla la basura orgánica, no huele y decora”

Entrevista con Marcos Dorado Castillo, director técnico de la empresa Compostgreen.

el 21 dic 2013 / 21:25 h.

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Jesús Gil, Eva Boluda y Marcos Dorado con su producto estrella, el compost reciclado y de colores. Jesús Gil, Eva Boluda y Marcos Dorado con su producto estrella, el compost reciclado y de colores.

Ingeniárselas para transformar la conciencia ecológica en un negocio rentable atendiendo una necesidad no cubierta es lo que hace desde Las Pajanosas Compostgreen, a cuyo frente se sitúa Marcos Dorado (Sevilla, 1972) y al que acompañan Jesús Gil y Eva Boluda. Este ingeniero de caminos, formado en Madrid, decidió volver a Sevilla para poner en marcha un proyecto que permanecía latente en su cabeza y que ahora se prepara para crecer con la entrada en su capital de un fondo de inversión que apuesta por su idea.

–¿Cuál es el punto de partida? –Yo me crié en El Trobal, en el campo. Siempre había tenido en la recámara el reciclado de la basura, sobre todo, de la fracción orgánica porque lo demás –la chatarra, el cristal, el papel– se aprovecha y es rentable. Todo menos esa parte. Las administraciones intentan fomentarlo obligando a las plantas de reciclado a reciclar una parte de orgánico a cambio de una subvención, pero hoy día la basura orgánica solo tiene un uso, hacer compost, que es lo mismo que el estiércol. Nuestro punto de partida era cómo conseguir que la educación de reciclar y separar basura sirviera para algo, porque nadie lo paga ni lo acepta la sociedad a pesar de que la calidad del producto es bastante buena.

–¿Cómo consiguieron encontrar una vía que lo hiciera rentable? –Hay muchos tipos de compost: de restos de poda, de aceituna... pero también de nuestra basura que es el que menos se usa porque huele muy mal, por lo que solo se usaba en agricultura en zonas alejadas de los núcleos urbanos. Como el olor era el mayor inconveniente, trabajamos para eliminarlo. Lo intentamos con empresas químicas, pero no había manera. Un día se nos ocurrió abrir una línea de investigación con el cultivo de bacterias, imitando a la naturaleza, como actúa el estiércol animal, cuyo olor acaba desapareciendo por la influencia de bacterias que están en el estómago de los animales y ayudan a sintetizar los alimentos.

–¿Cuánto tiempo les llevó ese proceso de investigación? –Casi dos años en los que hemos invertido nuestros propios recursos. Encontramos en Córdoba una persona que cultivaba esas bacterias como biofertilizantes. Solo había uno en España y contactamos con él. Así, ya habíamos conseguido un compost que no huele y sorprendentemente mejoraba la calidad por el efecto de esas bacterias. Es la primera vez que alguien lo consigue de forma que puede ser rentable hacerlo de forma industrial para el mercado. Ahora ya no solo se puede comercializar para agricultura, sino para jardinería y para los hogares que tengan conciencia de reciclar porque el origen es el reciclado de nuestra propia basura con un producto que es tan bueno o más como el mejor. –¿Cómo se puede competir con marcas ya consolidadas? –Para salir al mercado y competir teníamos que aportar algo nuevo y ahí pensamos en el aspecto. A la vista resultaba desagradable porque podían verse restos como cáscaras de pipas o colillas de cigarros y era muy desagradable. Así, pensamos en cribarlo y molerlo más hasta que un día se nos ocurrió colorearlo. Lo mandamos a laboratorios pero no había forma, hasta que lo conseguimos utilizando minerales naturales y de aquí sacamos dos ventajas: aparte del aspecto visual –lo ofrecemos rojo, amarillo y azul– mejoramos sus propiedades porque los minerales lo enriquecen. Ya tenemos la patente internacional. Lo más atractivo de nuestro producto es que con él reciclamos basura, decoramos y fertilizamos. –¿En qué punto se encuentra ahora el proyecto? –Procuramos llevar todo el proceso en confidencialidad pero el año pasado nos vimos obligados a sacarlo a la luz. La Fundación Cobre Las Cruces ofrecía un premio al mejor proyecto de desarrollo local y los 30.000 euros nos venían muy bien, la verdad. Teníamos ya la patente en curso así que nos presentamos y ganamos. –¿Ya se comercializa? –Antes de hacer una inversión grande queríamos hacer un estudio de mercado a nivel local. Ahora tenemos el producto en tres viveros de la provincia. El 99% del sustrato se consume en primavera y el año pasado fue muy lluvioso hasta el mes de abril. Nos dio tiempo a envasar 20.000 sacos, que tienen además un diseño transparente porque no queremos esconder el producto. Está teniendo muy buena aceptación a pesar de estar fuera de campaña y de que la gente aún no sabe lo que es ni que existe.

–¿Cómo se darán a conocer? –Por un lado, con una campaña de publicidad, pero la mejor manera es que la gente vea el efecto que tiene en parques públicos y rotondas. Nuestro producto se podrá ver en Sevilla, Madrid y Barcelona la próxima primavera, para eso estamos hablando con el Ayuntamiento. Hasta ahora nos hemos dedicado a su desarrollo. –Explíqueme dónde y cómo elaboran ese compost. –Legalmente no puedes coger basura y reciclarla. Nosotros tenemos acuerdos con las plantas de reciclado de Alcalá de Guadaíra y Guillena. Allí hacemos el compost y luego lo llevamos a una planta de Los Palacios donde se hace la mezcla, el triturado y envasado. –¿Cuál es el plan de crecimiento? –Probablemente es un producto que tenga más salida en el extranjero que en España por la conciencia de jardinería y reciclado, que no tienen nada que ver. La idea es empezar poco a poco en España y lanzar a la vez el producto en un país europeo aún no decidido, que puede ser Francia, Alemania, Holanda o Inglaterra y en EEUU. En España el objetivo es incorporarlo en las grandes cadenas y para obra pública.

–¿Cómo se materializará ese salto al extranjero? –Tenemos cerrado con un fondo de inversión la implantación en Europa, que se concretará con su entrada en la compañía con una inversión de entre 1,5 y 2 millones de euros. El año pasado firmamos con una empresa americana. Nosotros aportamos el know how y ellos la producción.

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