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"Nuestros hijos no son fruto de un mercadeo"

Parejas que recurren a vientres de alquiler y mujeres gestantes desmitifican tabúes sobre una práctica prohibida en España

el 26 jun 2013 / 23:30 h.

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Manuel y Marcos, afincados en Aznalcázar, fueron la primera pareja gay española en ser padres por gestación subrogada en EE.UU. / J. M. Paisano (Atese) Manuel y Marcos, afincados en Aznalcázar, fueron la primera pareja gay española en ser padres por gestación subrogada en EE.UU. / J. M. Paisano (Atese) Marcos y Manuel llevan 30 años juntos –empezaron su relación con apenas 17– aunque no pudieron casarse hasta que en 2005 se aprobó la ley del matrimonio homosexual. Mucho antes de legalizar su situación, no solo eran una pareja totalmente estable sino que deseaban formar una familia y desde 1996 intentaron la vía de la adopción. Con la legislación de entonces admiten que comenzaron “engañando a la administración”. Lo intentó Manuel como si fuera soltero “pero en la primera entrevista no pudo borrar de un plumazo 12 años de vida en pareja y contó la verdad”, explica Marcos. A partir de ahí, se redujeron sus posibilidades. Incluso cuando logró el certificado de idoneidad, tras pleitear por serle denegado inicialmente “sin argumentos”, su expediente indicaba su orientación sexual lo que les cerró “las puertas de muchos países”. Siguieron intentando la adopción internacional y nacional pero un día, en 1999, vieron en televisión un reportaje sobre la gestación subrogada en EE.UU, lo que popularmente se conoce como vientre de alquiler. Y con “muchísimo miedo” por la “imagen de las películas de chicas jóvenes que al final se quieren quedar con el niño”, viajaron al país para conocer in situ cómo funcionaba una práctica “que allí es usual desde hace 30 años como una técnica de reproducción asistida más para parejas heterosexuales con problemas de fertilidad, perfectamente regulada y con la que los homosexuales empezaron a poder ser padres”. Cinco años después nacieron sus hijas mayores, mellizas, que hoy tienen 9 años y saben que “su madrina” es una mujer con su propia familia –uno de los requisitos para ser gestante es tener hijos propios–, que vive en EE.UU y con la que tienen contacto telefónico o por internet. “Siempre hemos querido darle visibilidad, no queremos que nuestros hijos piensen que han sido fruto de un mercadeo”. Se convirtieron así en la primera pareja gay de España en ser padres por gestación subrogada (este año recibieron por ello el II Premio de la Asociación LGTB Adriano Antinoo), una práctica prohibida en nuestro país (más bien cualquier contrato con o sin dinero de por medio es nulo) pero a la que al menos han recurrido 300 parejas homosexuales y “seguro que muchas heterosexuales pero lo esconden”. Ayer transmitieron su experiencia en unas jornadas de la Fundación Cajasol sin intención de “imponer nuestro modelo de familia” porque comprenden las dudas – “nosotros también las tuvimos”, admiten– peropara “dar información y un poco de luz sobre este tema, porque se teme lo que no se conoce”, resalta Manuel. Fue conocer el sistema lo que disipó sus miedos a que la gestante se arrepintiera o a que fuera un sistema oscuro. “Nosotros tenemos la conciencia tranquila porque no nos hemos aprovechado de nadie. Queríamos ser padres pero no a toda costa y pretendemos que se regule en todos los países precisamente para evitar explotaciones de la mujer”. En EEUU vieron suficientes garantías –la gestación subrogada también es legal en India, Rusia o Ucrania–. Lo gestionan agencias privadas, como la sanidad, y reconocen que “es costoso”. Las gestantes y los padres pasan rigurosos exámenes médicos y psicológicos. Firman un acuerdo que avala un juez, con abogados que velan por los intereses de ambos, en el que queda claro “que el hijo no es de la gestante y ésta no tiene ninguna responsabilidad sobre él”. Se regula todo, hasta a quién designan como tutor del bebé si les pasa algo antes del parto. El recién nacido es directamente registrado como hijo suyo. El óvulo es de una donante externa con lo que “no hay ningún vínculo biológico, lo que da más garantía legal y psicológica” (en su caso, y tras quedarse sin dinero después de un largo periplo, fue la hermana de Marcos). La gestante recibe una compensación económica que ronda los 20.000 euros y que ven “más que justa porque puede tener que darse de baja y hay unos gastos, y no supone un medio de vida”. La solvencia económica es otro requisito imprescindible para ser “el horno que hace el pastelito, sin poner los ingredientes”. Aseguran que la mayoría son “mujeres muy preparadas, que tienen marido e hijos y quieren ayudar, muchas porque tienen familiares homosexuales”. “Hoy no tenemos ningún miedo de que vaya a venir nadie a quitarnos a nuestros hijos porque el vínculo que se establece no es con el recién nacido sino con los padres, que sí se crea una relación muy estrecha”. En la jornada de ayer participó una de esas mujeres, Jessica Ann Conen, que precisamente se encuentra en Sevilla para asistir al bautizo del hijo de la pareja a la que ayudó. Marcos y Manuel no se quedaron solo con las mellizas. Les encantan los niños y hoy presumen de familia numerosa. Hace cuatro años repitieron y tuvieron otro niño por este sistema, al tiempo que siguieron adelante con la adopción. Frente a las trabas de los 90, “ya no tiene nada que ver, ahora la igualdad es total” y su cuarto hijo, adoptado, ya está en casa. ¿Se plantearían ahora la gestación subrogada? Su respuesta es clara. “Antes de conocer el proceso diría que no pero sabiendo cómo funciona vemos las dos opciones perfectamente válidas”. Saben que hay muchos niños sin familia y también “sentían la necesidad de ser adoptantes” pero afirman que “no viviremos lo suficiente para agradecer lo que han hecho por nosotros”.

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