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Nueva estampa de los Estudiantes

Las puertas de la basílica de María Auxiliadora en Utrera se abrieron ayer por la tarde para dejar que los antifaces rojos de los nazarenos llenaran las calles del color de la sangre. Y es que, como cada Martes Santo, los Estudiantes protagonizó la tercera jornada de la Semana Santa de Utrera.

el 16 sep 2009 / 01:03 h.

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Las puertas de la basílica de María Auxiliadora en Utrera se abrieron ayer por la tarde para dejar que los antifaces rojos de los nazarenos llenaran las calles del color de la sangre. Y es que, como cada Martes Santo, los Estudiantes protagonizó la tercera jornada de la Semana Santa de Utrera.

La tela de raso ya es historia para esta cofradía, que ayer estrenó sus nuevas túnicas de cola, que llamaron la atención de los cofrades. Terciopelo y tela de sarga para el nutrido grupo de penitentes -muchos de ellos niños y jóvenes- que acompañó al Santísimo Cristo del Amor y a Nuestra Señora de las Veredas.

Las nuevas cruces del templo de los salesianos fueron testigos de excepción y vigías del discurrir de la corporación por La Vereda, en una plástica estampa que protagonizaron los dos bellos pasos que portan a los titulares de la cofradía del Martes Santo.

Tronos penitenciales los de dicha corporación que, junto a los tres pasos de la Trinidad, acogida en la basílica debido a los desprendimientos en la bóveda de su capilla, otorgaron una instantánea inédita en el interior del recinto, que ya albergó años atrás a la Veracruz, durante las obras en su iglesia. Un detalle curioso que pudo verse ayer fue, precisamente, que la Virgen de las Veredas llevaba un fajín de Nuestra Señora de los Desamparados, titular de la Trinidad.

estrenos. Fue una estación de penitencia en que pudieron verse las bambalinas laterales del palio, realizadas por las bordadoras de la cofradía, los candelabros de cola y la nueva diadema de la Virgen de las Veredas, de plata sobredorada con piedras preciosas, regalo de la cuadrilla de costaleros en su décimo aniversario, junto a otros miembros de la corporación y fieles.

Como es tradicional, el paso del cortejo dejó bellas estampas en lugares como el barrio de Santa María o la calle La Plaza, donde todos los años se escuchan saetas desde la casa de la camarera de Nuestra Señora de las Veredas, lo que convierte este rincón de uno de los más emocionantes para los devotos.

También emocionó al público el palio de la cofradía por la calle Virgen de Consolación, ya de regreso al templo, con una lluvia de pétalos sobre el mismo.

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