Cualquier lector atento sabe que los llamados cuentos de hadas encierran claves para entender el mundo de los adultos. Y lo mismo sucede con el arte que aparentemente mira a iconografías infantiles. Buena prueba de ello es la exposición Nunca jamás, comisariada por Sema D'Acosta, que acoge hasta el próximo domingo la Fundación Valentín de Madariaga, y en la que se reúnen obras de una veintena de creadores bajo el denominador común de esa búsqueda de respuestas en el imaginario infantil.
En palabras del comisario, esta muestra "pretende indagar en la supuesta sencillez de estas manifestaciones para a partir de ellas descubrir claves que nos acerquen al momento actual, una mirada que desde la ingenuidad nos puede servir para entender determinados temores que nos asaltan como adultos", explica D'Acosta. "Aparentemente muchas de las obras incluidas en esta exposición toman la apariencia inocua de las historias que se generan en el candoroso universo pueril, pero sus mensajes y significados alcanzan los terrenos más inesperados: miedos, perturbaciones, pérdidas, violencia, injusticias, desesperación, ironia, aversión, inhibiciones..."
Estructurada en siete bloques -Micromundos, fabulaciones; Cuentos infantiles: Juegos, juguetes; Travesuras en el salón; Garabatos; Paisaje, retrato y bodegón: y Púberes y pre-adolescentes-, en la exposición se dan cita muy diversos creadores del ámbito internacional, desde la sorpresa de Tim Burton -más conocido por su trabajo como director de cine en filmes como Pesadilla antes de la Navidad o Charlie y la fábrica de chocolate- a Guillermo Martín Bermejo, pasando por Kara Walker, Marcel Dzama, Tim Burton, Vik Muniz, Yoshitomo Nara, David Levinthal, Walter Martin & Paloma Muñoz, Liliana Porter, Fernando Renes, Antonio Ballester Moreno, Juan Zamora, Jorge Perianes, AAron LLoyd, Javier Calleja, Julio Falagán, Chema Lumbreras o Quim Tarrida,
Desde universos encerrados en bolas de cristal a sombras antropomorfas, mujeres que giran sobre la púa de una peonza y soldados de Stars Wars en miniatura convertidos en obras de arte, forzudos Geyperman levantando una pintura de Goya y garabatos que niegan el futuro y ranas que antes de convertirse en príncipe visten de chándal, todo cabe en una muestra especialmente recomendada para ver en familia, pues tanto los espectadores adultos como los más pequeños encontrarán un lenguaje en absoluto ajeno, que permite lecturas muy abiertas.
"El lenguaje del arte es de las pocos mecanismos que logra a través de su capacidad para sugerir, acercarse al misterio de las cosas irresolubles que arrecian nuestra existencia", concluye el comisario Sema D'Acosta.