¿Y si el ciclón Nargis hubiera arrollado a la Junta Militar que estrangula con mano de hierro a Myanmar, la antigua Birmania? Los cooperantes de medio mundo no tendrían que estar aguardando un visado imposible mientras los gorilas celebran un paripé de referéndum con urnas apiladas sobre más de cien mil muertos. Ni los implacables uniformes con sus gorras de plato monopolizarían la ayuda humanitaria para revenderla en el mercado negro a precios de barril de Brent. Pero puede que también los chinos aprovecharan la vez por hacerse con el país de una vez por todas. Y quizá Errol Flynn cayera en paracaídas con la bandera de las barras y estrellas en cinemascope. La política, a veces, es más complicada que las fuerzas de la naturaleza.
