La hermana de la mujer muerta en el accidente de la Avenida de Hytasa, Concepción González, alcaldesa del PP en un pueblo de Cáceres, es un ser humano de esos ante los que una no tiene más remedio que pensar que aún vale la pena seguir creyendo en la especie. Ella que, insisto es alcaldesa de su pueblo por el PP, ha demostrado que es posible estar en política y tener la suficiente grandeza como para despreciar el oportunismo. Su hermana ha muerto en un accidente, así lo dice y así lo asume y sin más vueltas, agradece a todo el mundo el comportamiento al ocurrir los hechos y mira hacia su sobrino, hijo de la víctima, para que no se le deje abandonado. No sólo: antes de acabar recuerda al camionero que atropelló a su hermana para compadecerse de él. Más grandeza no es posible.
Es por supuesto necesario que los responsables políticos den un paso adelante para que quedemos exactamente informados de qué y por qué estaban las cosas como estaban en el semáforo de aquel punto de la Avenida. Es un poco tarde, pero aún están a tiempo de parar el espectáculo de echarse la pelota entre dos delegaciones, cada una en el tejado de la otra, protagonizando un espectáculo nada ejemplar. Pero siendo eso así, es cierto que desde la oposición, el PP tampoco ha dado una lección de comedimiento, sino que, como suele pasar siempre que los políticos se agarran a la oportunidad de hacer uso del más evidente de los oportunismos, le ha faltado tiempo para pedir dimisiones y aprovechar la debilidad del comportamiento escurridizo, en este caso del delegado de Movilidad para desplegar una estrategia oportunista y por lo mismo sospechosa de inutilidad.
