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Orden, disciplina, defensa, plantilla, victoria y puntos

El Sevilla logró ayer su cuarta victoria consecutiva en la Liga, una racha que, unida a las que han convertido a su defensa en histórica, lo sitúan en la segunda plaza del campeonato. El triunfo de ayer en Almería, sin ser brillante, es de los que reafirman el trabajo de un equipo que superó las bajas de sus dos delanteros titulares. Foto: EFE.

el 15 sep 2009 / 17:03 h.

Álvaro Ramírez, enviado especial en Almería.

El Sevilla logró ayer su cuarta victoria consecutiva en la Liga, una racha que, unida a las que han convertido a su defensa en histórica, lo sitúan en la segunda plaza del campeonato. El triunfo de ayer en Almería, sin ser brillante, es de los que reafirman el trabajo de un equipo que superó las bajas de sus dos delanteros titulares.

Y precisamente esa, la ausencia de Luis Fabiano y Kanouté y el encuentro que sacó ayer adelante el conjunto nervionense, es la prueba de que el nuevo punto fuerte de este equipo que ya huele más a Jiménez que nunca es la defensa. Defensa seria, sobria y segura, sin florituras, pero sin concesiones.

Con esas bases ya ha pasado esta zaga a la historia de la entidad y con esas bases se permite ganar encuentros como el de anoche. La cita de Almería era incómoda, difícil. Los andaluces orientales se han convertido en un equipo rocoso, sin demasiada improvisación, aunque difícil de batir, pero cuando el encuentro se pone a cara de perro este Sevilla está aprendiendo a ganar casi siempre. Porque basado en su seguridad atrás se confía a su efectividad en ataque. Y ayer la tuvo aun sin sus artilleros, en una aparición de Adriano en la que la fortuna también vestía de negro, color nervionense ayer.

Lo cierto es que los dos equipos se vieron determinados por sus numerosas bajas. Si el Almería, con las ausencias de Piatti, Crusat y José Ortiz perdió bastante juego por las bandas, el Sevilla se presentaba en el estadio de los Juegos Mediterráneos sin un delantero centro nato.

Ante esta tesitura, como estaba previsto, Acosta se encargó de ser la referencia en ataque, pero una referencia móvil, dinámica, que si por una parte ayudaba a abrir la defensa local por otra dejaba desocupada la zona de peligro, el área. Con todo, ni un pero hay que ponerle al argentino, que corrió lo suyo y lo de Romaric, que apenas aportó al fútbol de su equipo.

Acosta incluso pudo marcar en su primera aparición, pero Diego Alves evitó el tanto. La aproximación sevillista demostraba que al menos los nervionenses elaboraban más sus jugadas y en alguna ocasión conseguían abrir el cerrojo de prácticamente nueve hombres que echó Arconada sobre su portería. Un cerrojo que comenzaba en un centro del campo más parecido al puente del Quinto Centenario en hora punta que al de un partido de fútbol. Cinco futbolistas por parte almeriense, otros cinco sevillistas, atasco, pocos espacios, y los porteros inadvertidos. Y los espectadores, aburriéndose, claro.

En la segunda parte el guión fue el mismo y los dos equipos esperaban una aparición milagrosa o una jugada a balón parado. Algo de las dos cosas tuvo el gol de Adriano (51'), que se originó en un saque de esquina y se consumó tras un rebote involuntario de Chico hacia su portería. El 0-1, y confiando en la defensa sevillista, ponía el partido de cara para el equipo de Jiménez, que de ahí al final se limitó a defender y esperar alguna contra.

El Almería inquietó con algún disparo lejano, pero el que sacó de los nervios al de Arahal fue Navas al desaprovechar la ocasión más clara jamás contada (84'). Pese al fallo casi imperdonable del canterano, esta defensa no da lugar a sorpresas. Ni el Sevilla, que es segundo, y no por casualidad.

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