Toros

Orgullosos de la fiesta

Centenares de aficionados de toda edad y condición abarrotaron el ruedo de la plaza de toros de la Maestranza en la segunda jornada de puertas abiertas que contó con el concurso de algunos de los matadores que actúan en la Feria.

el 25 abr 2014 / 00:37 h.

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La plaza era una fiesta. Un público variopinto que mezclaba aficionados prácticos, profesionales del toro, ganaderos de bravo, periodistas taurinos, gente de la farándula, familias enteras, pandillas de chavales y practicantes de toda edad y condición llenó por completo el inmenso ruedo de la plaza de la Maestranza. Las jornadas organizadas por la empresa Pagés se convirtieron en la mejor manifestación pro taurina. El sentimiento compartido era el mismo: estamos orgullosos de la Fiesta de los Toros, de lo nuestro, de lo que nos gusta. La imagen del coso de la Maestranza repleto de aficionados haciendo sus pinitos junto a sus admirados toreros llegó de orgullo a los organizadores. / Foto: Toromedia La imagen del coso de la Maestranza repleto de aficionados haciendo sus pinitos junto a sus admirados toreros llegó de orgullo a los organizadores. / Foto: Toromedia La segunda jornada de puertas abiertas comenzó como un inmenso taller de aprendizaje de las suertes del toreo y se acabó convirtiendo en la reivindicación más pacífica y natural de una afición que estaba necesitada de este tipo de revulsivos. Unos aprendían a tomar un capote; otros se subían al caballo de picar para colocar una vara en lo alto del carretón; unos cuantos aprendían a banderillear al cuarteo y los más cogían la espada y la muleta para emular –de salón– el toreo de sus ídolos en el mismo escenario de sus mejores triunfos. Eduardo Dávila Miura, que coordinaba los distintos grupos de formación –caballo, capote, banderillas y muleta– al mando del Club de los Aficionados Prácticos no podía ocultar su satisfacción: «Hacía falta una cosa de estas para que confiáramos en nuestro propio mundo. Ha sido impresionante el ruido de la gente al abrir la puerta. El toro interesa y el camino que emprendió el Club de Aficionados Prácticos hace cuatro años está encontrando el mejor colofón en este evento pero aún podemos y debemos hacer muchas más cosas». En esa misma línea, su compañero Rafael Peralta Revuelta afirmaba que «Sevilla está dando una lección de amor a la Fiesta y el día de hoy es una forma de reivindicar que a todos nos interesan los toros, que son Fiesta Mayor en Sevilla y que hay afición y futuro para rato». Pero el máximo protagonismo lo detentaban los toreros que se anuncian en la feria. Muy pocos días antes de que suene el clarín pisaban el mismo ruedo en que se encontrarán con la verdad del toro. Manuel Jesús El Cid, fue de los primeros en llegar señalando que «es bonito que la gente sienta la sensación de pisar el albero de la plaza de la Maestranza, impone hasta sin toro». El diestro de Salteras afirmó que «tenemos que ver la plaza llena de juventud, de niños, de familias; tenemos que dejar atrás el tabú de temer decir que somos aficionados a los toros. No tenemos que tener miedo y debemos mostrar nuestro orgullo; ésta es la mejor manifestación taurina que podemos hacer a favor del mundo que amamos». Antonio Nazaré, que llegaba a Sevilla con el buen sabor de boca que dejó el Domingo de Resurrección a los aficionados madrileños, estaba encantado con la iniciativa. «Los que se suelen sentar en el tendido deben sentirse privilegiados de pisar el albero de la plaza», explicó el diestro de Dos Hermanas reconociendo que era la primera vez que hollaba este ruedo vestido de paisano. «Para nosotros, que somos sevillanos y sentimos esto tan nuestro es un día inolvidable. Sólo podemos transmitir a los aficionados todas las sensaciones que vivimos aquí cuando toreamos» añadió el matador. Esaú Fernández, por su parte, alabó la idea y a los organizadores precisando que «la gente acude cuando se hacen bien las cosas aunque la única pega es que las entradas resultan caras en el momento actual pero todo el mundo quiere venir y acercarse a conocer a los toreros: a las figuras, a los nuevos, a los matadores emergentes como yo». En cualquier caso, el más vitoreado por el público era el diestro jerezano Juan José Padilla, que se vio acompañado en todo momento por un enjambre de aficionados que no cesaban de pedirle autógrafos y de fotografiarse con él. Padilla explicó que se encontraba especialmente halagado de «sentir la Maestranza desde su corazón, creando afición y acercándonos a esos admiradores en el ruedo, que es donde los toreros ofrecemos nuestros sentimientos». El matador jerezano afirmó que «este es el mejor marco para compartirlo con la afición. Es glorioso estar con ellos, en el albero de la Maestranza y llenándonos de orgullo por nuestra fiesta. Esto es lo nuestro, lo que nos gusta y nos enorgullecemos con ello». Había más toreros, como Manuel Escribano, que no para de recoger trofeos y premios; o Javier Jiménez, que se encuentra a las puertas de una alternativa que tomará precisamente en la plaza de Sevilla. Apartado de ese fragor, el empresario Eduardo Canorea contemplaba la inmensa escuela taurina que se había logrado montar en el ruedo maestrante sin poder disimular su satisfacción: «Las plazas de toros se inspiraron en las de las ciudades y lo mejor que le puede ocurrir es que la ocupe el público aficionado. Además veo mucha alegría, aquí se ve que esto interesa; si está vivo o no está vivo», señaló el gerente de la empresa Pagés afirmando que de lo único que se arrepentía «es de no haberlo hecho 25 o 30 años antes. Debía estar mirando a la luna o más lejos», remachó con su particular puesta en escena. Entre el público que llenaba la plaza el comentario era unánime: que se repita.

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