A lo largo de sus siglos de historia, el pueblo gitano originariamente bastante nómada por tradición u obligación ante las persecuciones se ha esparcido por gran parte del mundo y en España, tras un pasado de exterminio, viven actualmente un millón de romaníes, la mitad de ellos en Andalucía. La imaginería popular los vincula al flamenco o la venta ambulante cuando no a la delincuencia y la marginalidad pero existe una mayoría de esta minoría étnica integrada en los ámbitos profesionales más diversos, muchos de origen humilde que han protagonizado en sus familias el lógico ascenso social entre generaciones no sin dificultades: solo el 1% de los gitanos andaluces llega a la Universidad, y aunque el 90% de las niñas no acaban la ESO, el 80% de esos universitarios son mujeres. Es el caso de los protagonistas de este reportaje, todos ellos orgullosos de su cultura pero críticos con la imagen que se proyecta a veces de ella. Mañana se celebra el Día Internacional del Pueblo Gitano, instaurado en 1990 en recuerdo del congreso celebrado en Londres el 8 de abril de 1971 donde se instauraron la bandera y el himno gitanos (Gelem Gelem). Asociaciones como Fakali, que centra su labor en la lucha contra el absentismo escolar y la promoción de la mujer, o la Fundación Secretariado Gitano alertan contra el retroceso que puede sufrir este colectivo especialmente vulnerable con los recortes sociales y aprovechan que la UE ha declarado 2013 Año Europeo de los Ciudadanos para reivindicar la plena ciudadanía de los romaníes europeos, que incluye su derecho a la libre circulación y residencia en la UE, el acceso a la educación o a reclamar ante los tribunales europeos en caso de discriminación, en unos momentos de crisis en los que es fácil caer en la tentación de buscar chivos expiatorios y reproducir episodios xenófobos y racistas de antaño. JUAN SILVA. ABOGADO "Mis abuelos presumían de que su nieto estudiara Derecho" Juan Silva, de 39 años, fue el primer universitario de su familia, aunque luego su hermana siguió sus pasos y también algunos primos. Estudió Derecho en la Hispalense por la tarde trabajando por la mañana en la venta ambulante, a la que siempre se ha dedicado su familia, para ganar un sueldo. Con su madre enferma, le criaron sus abuelos que estaban superorgullosísimos de él. No se lo creían. A mí me abrumaba porque por donde iban hablaban de su nieto. En esa época ya era normal que la gente estudiara una carrera pero para ellos que un gitano estuviera en la Universidad estudiando Derecho era lo más y presumían, explica. Tras terminar la carrera con un expediente que, presume, no es malo, aunque 4º y 5º me costó más porque trabajaba pero nunca se me pasó por la cabeza abandonar, entró como pasante en el despacho de Alfonso Marín Carrero, a quien considera su maestro y del que asegura haber aprendido a ejercer la abogacía. Tras la reciente jubilación de éste, con otros compañeros acaba de montar el bufete De los Reyes Abogados, especializado en Derecho Penal y Civil. Nunca ha perdido clientes por ser gitano tampoco es algo que vaya diciendo cuando entran por la puerta, explica ni ha tenido ningún problema en el ejercicio de su profesión por serlo. En cuanto a sus clientes, tiene de todo. En la parte Penal la inmensa mayoría son payos, aunque es verdad que muchos gitanos me conocen y recurren a mí, dice. Colegiado en Sevilla, conoce en la provincia a cinco o seis colegas de etnia gitana pero no fiscales ni jueces. Creo que en Granada había un juez pero no sé dónde ejerce, afirma. JUAN JIMÉNEZ. POLICÍA LOCAL "En conflictos con gitanos ayuda serlo, porque sé cómo piensan" A sus 42 años, Juan Jiménez Vargas lleva 23 como agente de la Policía Local en Sevilla aunque ya en el cuerpo opositó para Guardia Civil, Policía Nacional y hasta Ertxaintxa porque preparaba a otros y me presentaba como entrenamiento para la promoción interna. Aunque fue precoz y buscó pronto la seguridad del funcionariado porque con 19 años vivía con mi parienta, se ha pasado media vida estudiando. Empecé a trabajar desde jovencito pero mis padres me enfocaron hacia el estudio y no al arte ni la venta ambulante, explica. Le falta una asignatura y el proyecto para terminar Ingeniería Informática, hizo primero y segundo de Psicología y tiene cursos hasta de peluquería y esteticién. Reconoce que hay una ruptura entre mis padres y tíos, casi sin formación, y nosotros, donde hay de todo, quien se dedica a la venta ambulante, al arte o han estudiado, y ya a mis hijos o los de mis primos ni se les nota. Su mujer no es gitana él prefiere la palabra flamenco y a sus hijos, de 14 y 16 años, les transmite su cultura pero con flexibilidad, saben mi origen pero no es una forma de vida. Creo que la diversidad es más constructiva que el hermetismo, es lo que me han enseñado mis padres. Como policía ha pasado por casi todas las unidades y admite que ser gitano le ha sido útil a veces. Yo puedo comportarme al 100% como no gitano, aunque me cuesta, pero también sé obtener de un grupo de gitanos el resultado más óptimo con el menor coste, cuando hay un problema con gitanos implicados logro reducirlo con la mejor técnica, sé cómo piensan y eso en algunas ocasiones me ha servido para salir airoso. CHARY SÁNCHEZ. PERIODISTA DE MODA "Hice mi primera tesina sobre el tratamiento de los gitanos en los medios" Acaba de volver de trabajar durante cuatro años en Barcelona para montar su propia empresa de organización de eventos para marcas, By Celebriting. Tiene 32 años y estudió Periodismo en la Universidad de Sevilla por herencia familiar, ya que sus padres también están vinculados a la prensa y a la moda. Mi padre es payo y mi madre gitana; siempre ha sido una visionaria en el tema de la moda, explica. Tanto ella como su hermana, que es fotógrafa, estudiaron. Yo sí tengo la cultura gitana pero la educación que hemos recibido es la de cualquiera, dice. Realizó la primera tesina sobre el tratamiento que dan los medios de comunicación al pueblo gitano y la conclusión es que efectivamente hay prejuicios y aunque existen normas no se cumplen. Me encanta la cultura gitana y me preocupé del tema porque alguien tenía que hacerlo y quién mejor que yo, luego pensé en profundizar pero ya me metí a trabajar y no seguí, explica. Antes de ser fichada por una firma en Barcelona, trabajó en cine y como responsable de comunicación del Salón Internacional del Caballo (Sicab), pero fue en Barcelona donde alumbró la idea de volver a su ciudad para promocionar lo de aquí porque hay mucha moda buena con acciones puntuales y originales. Reconoce que el mundo en el que se mueve desgraciadamente es muy elitista, aunque nunca ha tenido problemas y si ha escuchado algún comentario ni me ha molestado porque sé defenderme. Tampoco los tuvo en la facultad. A mis compañeros les explicaba cosas nuestras, los llevaba a sitios o a mi casa y les gustaba porque aprendieron mucho, a veces lo que hay es desconocimiento, dice. ANTONIO AMAYA. FUTBOLISTA DEL BETIS "Mi padre nos inculcó el deporte para quitarnos de las cosas malas de la calle" De cuatro hermanos, dos son futbolistas profesionales, Antonio desde hace dos años juega en el Betis tras pasar por el Rayo Vallecano e Iván también rayista e internacional con la Sub 21. Es fruto del empeño de su padre, dedicado a la venta ambulante de chatarra en la que él trabajó de pequeño, por inculcar el deporte a sus hijos para quitarnos de las cosas malas de la calle porque vivíamos en un barrio marginal en Madrid. Su ídolo era Stoickhov. Mi padre nos decía: ¿veis? un gitano rumano jugando en el Barça, recuerda. Después, su espejo sería su hermano Iván que en cuanto ganó dinero compró una casa donde nos trasladamos todos porque vivíamos en un piso muy pequeño. Nunca ha tenido problemas en el mundo deportivo por ser gitano. Al revés, siempre he caído simpático y hay quien lo valora más, lo saben por el apellido porque de aspecto no parezco gitano, relata. De madre paya y padre gitano, a sus 29 años está casado con una gitana y tiene tres hijos. Está orgulloso de sus orígenes y cultura, que transmite a sus hijos, pero defiende que somos gitanos de 2013, hemos copiado cosas buenas como la educación, el respeto a los mayores pero también hemos avanzado con los tiempos. Dice que le da vergüenza la imagen que algunos medios transmiten de su comunidad. Aunque ha apuntado a su hijo mayor, de 8 años, a los infantiles del Betis, quiere invertir todo lo posible en la educación de los tres (tiene otra niña de 6 años y un bebé de 6 meses). Yo quiero, como mi padre, que se eduquen en un ambiente bueno y además que estudien, que aprendan inglés, ya que yo no pude tener los medios, subraya. ANTONIO CRUZ. CONCEJAL DEL PA "Gitanos los hay de todas las ideologías" Antonio Cruz Reyes es concejal de Juventud, Deporte y Fiestas Mayores en el Ayuntamiento de Écija desde las elecciones de 2011 por el PA, que gobierna en coalición con el PP. Su familia se ha dedicado tradicionalmente al comercio y él mismo tiene una tienda de ropa en el municipio que ahora regenta su mujer. Entré en política porque me lo pidieron, por mis inquietudes porque siempre he estado muy implicado en Écija y para mí el PA es el partido más afín a mis ideas desde pequeño porque en Écija hay una importante trayectoria andalucista, relata. Pero subraya que gitanos los hay de todas las ideologías, es cierto que muchos son socialistas pero también los hay del PP porque antiguamente los gitanos siempre estaban alrededor del señorito. En la localidad, de unos 42.000 habitantes, calcula que habrá unos 3.000 gitanos pero no hay guetos, en cualquier barrio hay gitanos y están muy introducidos en la sociedad. Trabajan en todo: en el campo, en bancos, hay abogados, carpinteros, vendedores. Afortunadamente no existen mucho racismo. Familia de Antonio Mairena, casado con una mujer gitana, tiene tres hijos que sacan sobresalientes y el mayor, de 18 años va para Derecho. Él reconoce que no terminó el BUP pero no por falta de posibilidades ni de aptitudes, porque mi padre siempre ganó dinero y tengo un hermano ingeniero, sino porque prefirió empezar a trabajar en los negocios familiares. Se confiesa muy católico y miembro de varias hermandades. Nuestra cultura es cantar y bailar, una fiesta de vez en cuando si se puede, vivir felizmente y ayudar al que lo necesite, sea o no gitano.