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Otoño de posibles brotes caducos

Era lógico que las autoridades y los agentes sociales acogieran ayer con máxima prudencia la caída del desempleo en julio en España. "Si no lo hace ese mes y en el conjunto del verano, ¿cuándo lo iba a hacer?", se preguntan fuentes sindicales. El turismo siempre suele salvar la temporada estival, mientras que el mazazo laboral llega con el veranillo de San Miguel.

el 16 sep 2009 / 06:44 h.

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Era lógico que las autoridades y los agentes sociales acogieran ayer con máxima prudencia la caída del desempleo en julio en España. "Si no lo hace ese mes y en el conjunto del verano, ¿cuándo lo iba a hacer?", se preguntan fuentes sindicales. El turismo siempre suele salvar la temporada estival, mientras que el mazazo laboral llega con el veranillo de San Miguel, allá por la segunda quincena de septiembre, entrado ya el otoño. Y éste año el temor es doble, puesto que a la temporalidad ya de por sí intrínseca al empleo en las playas hay que añadir la que caracteriza a los contratos públicos anticrisis, léase Fondo de Inversión Local o PlanE, cuyos carteles proliferan por los pueblos y ciudades, esta plaza que, otra vez, se arregla, aquella calle que se vuelve a adoquinar, próximas reinauguraciones.

Ni el propio Gobierno central se atreve a pronosticar que los datos del mercado de trabajo en mayo, junio y julio, tres meses consecutivos de recortes del paro, sean los ansiados brotes verdes para el empleo, y no pocos economistas -y reputados- han bromeado sobre ese término acuñado por la ministra de Economía y Hacienda, Elena Salgado, y advierten de que tales brotes son de hojas caducas, que caen con la llegada del otoño. Es más, los principales institutos de estudios coinciden al señalar que "no" hay cambio de tendencia, que las listas de españoles sin ocupación seguirán acrecentándose -hablan de hasta 4,5 millones de parados para cerrar 2009, siempre según la metodología de la EPA, que es una encuesta y no un registro certero de quienes buscan un empleo, de ahí las discrepancias con el del INEM-.

Con más o menos vehemencia, los gobiernos tratan de restar credibilidad a los augurios de los expertos, y en este sentido uno de los políticos más beligerantes es Antonio Fernández, consejero de Empleo de la Junta de Andalucía, que considera que los cálculos de los servicios de estudios de Unicaja y Cajasol, que prevén casi 1,2 millones de parados (con criterios EPA) en esa comunidad, no son creíbles, por cuanto no tienen en cuenta el efecto beneficioso que los planes públicos anticrisis tendrán sobre el empleo.

Terminada la campaña estival en septiembre, ¿qué cabe esperar? Pues el PlanE y sus versiones autonómicas habrán de dar el do de pecho si quieren amortiguar la sangría laboral, así como confiar en la recuperación de la construcción privada (sobre todo, vivienda) y en la de la industria -la mejoría que ha presentado en julio es uno de los datos más alentadores de ese mes-. En cambio, campañas agrícolas que tienen un fuerte poder de arrastre sobre el empleo, como la de la aceituna de mesa en la provincia de Sevilla y que se inicia a mediados de septiembre, podrían arrojar esta vez un gran fiasco para el empleo, habida cuenta de la crisis de precios que azota al sector del olivar.

Las elevadas tasas de temporalidad reveladas por las contrataciones de estos últimos meses, y en especial en junio, avalan el carácter transitorio del empleo creado en verano. Son las típicas ocupaciones de camareros, socorristas, monitores. Juan Carlos González, sevillano de 22 años, logró un trabajo la última semana de junio como monitor de un campamento infantil de verano. Para la Virgen de Agosto cierra. Después, al paro.

El consejero Fernández, asimismo, se queja del incremento de la economía sumergida, a la vez que incide en que buena parte del aumento del paro no se debe a personas que hayan perdido su empleo, sino a amas de casa que buscan un trabajo cuando éste le falta al cabeza principal de la familia. Y eso se constata -y se sabe- sobre todo en los pueblos. La EPA del segundo trimestre del año cifraba en 1,1 millones los hogares españoles que tenían a todos sus miembros en paro.

"El otoño no será tan positivo como estos últimos tres meses", indicó ayer el ministro de Trabajo e Inmigración, Celestino Corbacho, aunque dijo ser optimista pues la dureza tampoco será la aflorada en el último trimestre del año pasado y en el primero del presente. ¿5 millones de parados? No se alcanzarán, aseguró tajante, aunque eso mismo respondió para los 4 millones, y ya los tenemos.

No en vano, y ante la ruptura del diálogo social, el Gobierno central va a aprobar este mismo mes las nuevas ayudas de 420 euros al mes para quienes ya hayan agotado las prestaciones por desempleo. Es al menos un consuelo para el conteo oficial de 300.000 españoles (los sindicatos dicen que muchísimos más) que se han quedado sin ese subsidio. Si empeora el paro, los sindicatos no se quedarán quietos. El otoño será caliente.

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