Al unir los nombres de Sevilla y Espanyol es inevitable no remontarse al pasado mes de mayo, a Glasgow, a Palop y a la Copa de la UEFA. Esta amalgama de recuerdos se mezcla en la actualidad con la necesidad nervionense de recortar distancias en la Liga. Ahora los catalanes tienen ventaja.
Esta noche en Barcelona el empate no deparará prórroga ni penaltis, no habrá invasión de ninguna ciudad ni la felicidad de la victoria será comparable a la de aquel día 16 de mayo en Glasgow en la final de la Copa de la UEFA. Pero miren por donde estamos ante otra final, de consecuencias menores, mucho menores, incluso puede que relativas, pero que puede decantar igualmente el futuro, al menos inmediato, del Sevilla en la competición liguera.
En cualquier caso, previniendo disyuntivas semánticas, valga como atenuante que ha sido Manolo Jiménez, entrenador del Sevilla FC, el que ha catalogado así este encuentro. No es la primera vez. De hecho el equipo nervionense ya ha disputado algu- na que otra 'final' de este tipo antes. Lo hizo ante el Getafe, y perdió, o ante Osasuna, y ganó, o ante el Barcelona, y empató. Y las consecuencias no han sido tan graves ni en un sentido ni en otro.
Pero de todas formas el encuentro de hoy tiene otro aire. Lo recibe también de los lógicos ecos de venganza espanyolista tras la afrenta histórica de Escocia, pero sobre todo, a día de hoy, de los puntos que separan a ambos equipos en la clasificación. Son en concreto seis. Es decir, que el Sevilla aspira a quedarse a tres cercanos puntos y los periquitos a distanciarse en nueve, y muy lejanos.
Porque el conjunto catalán, aunque actualmente ocupa la quinta plaza, puesto que da derecho a jugar la próxima Copa de la UEFA, es el primero que marca la frontera de la pelea por la Liga de Campeones, pelea que protagoniza junto al Villarreal y el Atlético de Madrid. En ellos tiene que pensar el Sevilla si quiere lograr su objetivo de meterse en la máxima competición continental.
Sin baluartes.
Tan importante será para el Espanyol no poder contar con su mejor goleador, Raúl Tamudo (de los mejores de España, por otra parte), como para el Sevilla no poder hacerlo con su mejor organizador-asistente-creador-llegador-rematador, Daniel Alves. Son bajas ambas de calado en el encuentro. La del delantero ya se ha ocupado Valverde de paliarla con su nuevo delantero, Ewerthon, recién fichado.
Para suplir al lateral Jiménez ya parece haber encontrado la fórmula idónea, aunque se ha tambaleado a última hora e incluso está en el aire. Parecía una buena alternativa optar por Adriano como sustituto de su compatriota, sobre todo porque el de Curitiba está mejorando en los últimos partidos y lo está haciendo desde atrás, como lateral. De hecho ya se postula como una gran opción para el lateral izquierdo, teniendo en cuenta los problemas del Sevilla en esa zona del campo. Pero para hoy toca el lateral diestro, siempre y cuando la faringitis con la que se presentó ayer en el entrenamiento remita.
Es la gran duda de Jiménez y del sevillismo de cara al choque en la montaña de Montuic. Si los virus infiltrados en la anatomía del brasileño no le permiten disputar el partido en condiciones se supone que el técnico nervionense tirará de Crespo, novedad en la convocatoria de 19 pero aún "falto de ritmo tras su inactividad", según Jiménez.
Esa lista de la que finalmente un jugador se quedará fuera alberga también otras novedades interesantes, como la vuelta de Koné tras la Copa de África. El marfileño, muy motivado según su técnico, le gana el puesto a Kerzhakov, del que no se infiere la misma motivación, según la regla de Jiménez. El Sevilla, de ganar, podría colocarse en puestos europeos por primera vez con Manolo Jiménez en el banquillo.