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Otra forma de 'salir de ruta'

Cada noche, durante los 365 días del año, 50 voluntarios del proyecto ‘Levántate y anda’, coordinado por la Cáritas parroquial de San Vicente, salen al encuentro de las personas sin hogar para conocer sus necesidades

el 03 ago 2014 / 10:00 h.

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Caldo caliente durante el invierno, amén de alguna manta, y gazpacho durante los meses de verano. Es lo que cada noche, durante los 365 días del año, ofrecen los voluntarios del proyecto Levántate y anda a las personas sin hogar que malviven en las calles de la feligresía de San Vicente. No tratan con ello de satisfacer ninguna necesidad material, sino ganarse la confianza de estas personas para conocer sus necesidades concretas y buscarles una salida a su situación de marginalidad. Es lo que en la jerga de los 50 voluntarios de la Cáritas parroquial que dan vida a este veterano proyecto, creado en 2003, se llama «salir de ruta». salir-de-ruta-01Divididos en grupos de tres a cinco voluntarios y a bordo de un automóvil que hace las veces de coche de avituallamiento, esta ruta se realiza todos los días del año desde la parroquia de San Vicente y suele prolongarse por espacio de unas dos horas y media siguiendo un recorrido prefijado dentro de un radio de acción que envuelve zonas como la plaza del Museo, el entorno de Reyes Católicos, Plaza de Armas o la Gavidia. Amas de casa, abogados, arquitectos, funcionarios, educadores, estudiantes, jubilados... El grupo de voluntarios del proyecto Levántate y anda es de lo más heterogéneo. Ellos son los que atendían a Encarna, la indigente que vivía entre cartones y paraguas a las puertas del ambulatorio Marqués de Paradas hasta que su deterioro físico la llevó a ingresar en una residencia de ancianos antes de su reciente fallecimiento. «El trabajo con los sin hogar es muy lento y hay que tener mucha paciencia. Suelen ser personas con una voluntad muy débil y reacias a utilizar los recursos sociales que se ponen a su disposición. Dan un paso para adelante y tres para atrás». Enrique Díaz conoce bien el fenómeno del «sinhogarismo». Además de actual voluntario, fue coordinador de este proyecto entre 2008 y 2011. Según explica, el perfil de las personas atendidas por estos voluntarios en ruta podría catalogarse en tres grupos: los inmigrantes, «los primeros golpeados por la crisis, muchos de los cuales querrían volver a su país» (de hecho, ya se han abonado algunos retornos); los crónicos o personas que llevan muchos años en la calle, adictos en su mayoría al alcohol y sustancias psicotrópicas; y, por último, los enfermos mentales, que constituyen el colectivo más vulnerable y desprotegido. salir-de-ruta-02Detrás de sus biografías subyacen casos de familias rotas o desestructuradas, aunque «sorprendería conocer que hay muchos que han tenido una vida normal hasta que se les empezó a torcer, y se llevan años en situación de riesgo hasta que un día se desploman». «Nos sentimos reconfortados con que nos reciban con alegría y nos compartan sus problemas. Cuando uno empieza de voluntario, el riesgo es la excesiva sensibilidad ante los casos que te cuentan, mientras que conforme pasa el tiempo el riesgo es el contrario, que te acostumbres a ver como algo normal estas situaciones de injusticia. Lo ideal es el término medio», asegura Díaz, al tiempo que subraya que la finalidad última de Levántate y anda –que ya cuenta con un «hermano menor» en la parroquia de San Sebastián– es servir de «recurso puente entre la calle y otros recursos sociales existentes». De hecho, todos los jueves las personas sin hogar que lo deseen puede acudir a la parroquia a exponer su situación y embarcarse en un plan individualizado para salir de la calle, para el que contará con el seguimiento y el «acompañamiento» de estos voluntarios para lo que puedan precisar:citas médicas, obtención de documentación, acceso a centros de acogida... Durante 2013, estos voluntarios atendieron a un total de 580 personas (una media de 18 personas al día), cuatro más al día con respecto a 2012.

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