Antonio Tapia quería llegar a diciembre al calor de la zona de ascenso porque sabía que la aclimatación del Betis a la Segunda División iba a resultar complicada, pero seguramente ni en sus peores previsiones podía calcular que su equipo, después de once jornadas, sería décimo y estaría tan cerca del ascenso como del descenso. El parcial de los suyos después de un principio esperanzador (nueve de doce puntos posibles en las cuatro primeras jornadas) es para echarse a temblar, con sólo ocho de los 21 puntos en juego, y para colmo de males su próximo rival anda en su mejor momento en mucho tiempo, con 14 de 18 puntos con Pepe Bordalás en el banquillo.
A partir de mañana, el técnico verdiblanco y sus hombres emprenderán una semana más el camino de la autocrítica y la rectificación de errores. Habrá que ver si esta vez el entrenador atina con el discurso y si los futbolistas captan el mensaje. Y mientras tanto, los resultados negativos se suceden uno detrás de otro, el objetivo se va alejando poco a poco y los futbolistas intentan salir airosos de sus comparecencias públicas.
El mejor del Betis ante el Celta, Iñaki Goitia, cumplió ayer con la prensa y salió del paso como pudo. No le ayudó considerar que el punto fue "positivo después de ver cómo transcurrió el partido y viendo que el equipo no estuvo bien", pero al menos demostró que no está ciego y reconoció que el conjunto necesita un cambio: "Somos los primeros que queremos que esto cambie lo antes posible. Necesitamos dos victorias consecutivas", pidió.
A la misma vez, como diría el hombre que le paga el sueldo, el portero verdiblanco también huyó de falsos protagonismos cuando se le recordó que él sí había mantenido el tipo en el último esperpento del equipo. "Aquí, cuando perdemos, nos llevamos hostias todos. Todos estamos para aportar nuestro granito de arena, aunque unas veces estamos más afortunados y otras, menos. Lo importante es ganar cuanto antes y coger esa confianza que nos pueda hacer felices a nosotros y a los aficionados", insistió el vasco, que no se olvidó de la unidad y la presión, dos grandes tópicos que acompañan al Betis desde el verano: "Hay que conseguir esa unión. Este es un club grande y si lo deportivo no acompaña, es lógico que el aficionado se exprese. Tenemos que convivir con ello".
