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Otra vez las comiditas

Como hace doce meses, me tengo que referir a las comiditas de navidad; muchas -principalmente las de trabajo- son más un castigo que una fiesta, a saber: todo el año aguantando al pelmazo, gorrón, envidioso, chivato, pelota, escaqueado, mentiroso...

el 14 sep 2009 / 20:21 h.

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Como hace doce meses, me tengo que referir a las comiditas de navidad; muchas -principalmente las de trabajo- son más un castigo que una fiesta, a saber: todo el año aguantando al pelmazo, gorrón, envidioso, chivato, pelota, escaqueado, mentiroso, pegotero, sucio y halitósico (que le apesta el aliento) de Pérez, para que en una comida me lo sienten al lado y cante, grite y baile hasta las tantas y, por supuesto, delante del jefe, que por cierto no sé quién es más antipático, si él o la estirada de su mujer, que no saluda ni pa los catalanes.

Para colmo la estocá, cincuenta euros, que muchos restaurantes meten por unos apertitivos de maíz con frambuesa macerada en Fray Angélico, mousse de galera al azafrán, y polenta con escombros de Jabugo (que digo yo que lo habrán bombardeado para que el pueblo ése produzca tanto escombro); culminando el banquetito con un primero de fideos con langostinos (a 6 euros el kilo) y un segundo a elegir:o Emperador al Cava (o sea fletán descongelado cocido con espumoso de dos euros el botellazo) o carrillada ibérica con verduritas de la Hueta de Tío Miguel (no comento), y ahora viene lo mejor, como la gente se ha pasado en copas y éstas eran todas de Brugal, Bombay, Buckanan y Pampero, hay que poner una derramita de 12 euros por barba (aquí sí hay igualdad con la mujer, que tienen barba) y ya se pone la cosa en diez mil lúas de vellón. Háganme caso, en Navidad, dieta. El cinturón y el bolsillo lo agrdecerá.

José María Font es abogado

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