En una reservada alcoba de sus dependencias pernoctaba la mismísima reina Isabel la Católica cuando venía de visita a Sevilla. El conquistador Hernán Cortés patrocinó su construcción y su viuda y una de sus hijas, doña Juana Zúñiga y doña Catalina Cortés, están enterradas en su iglesia. El convento de Madre de Dios de la Piedad es, por sí mismo, «un trocito de la historia viva de España», como resalta su arquitecto conservador, Miguel Ángel López.
Enclavado en la calle San José, el convento que todos los jueves del año abre las puertas de su monumental iglesia para los centenares de devotos que visitan la imagen de Fray Escoba necesita ahora de la ayuda generosa de los sevillanos.
El desprendimiento hace un par de meses de un cascote de la yesería del arco toral, que separa el presbiterio de la nave de la iglesia, ha hecho saltar las alarmas entre la comunidad de religiosas dominicas que habitan este histórico cenobio, levantado sobre un grupo de casas que habían pertenecido a la comunidad judía y en el que se situaba una de las principales sinagogas de la ciudad.
La zona donde cayó el cascote ha sido acordonada. / J.L. Montero
«Gracias a Dios la caída del cascote no provocó daños personales porque no cogió a nadie debajo. Si le llega a dar a uno en la cabeza, no lo cuenta, porque era lo suficientemente grande y pesado como para matar a una persona», relata sor Adela, una de las diez religiosas que integran esta comunidad de clausura. Las monjas abren todos los días la iglesia a las ocho de la mañana para que los fieles que así lo deseen puedan participar de la misa diaria que celebra la comunidad en la clausura del coro. Pero es en la mañana de los domingos cuando el templo, escenario habitual de primeras comuniones, se llena de «mucha más gente» al celebrarse la eucaristía en el altar mayor de la iglesia conventual.
Como medida de prevención, las religiosas han acordonado la zona bajo la que se produjo el desprendimiento, en las primeras filas de bancos, para evitar males mayores.
El arquitecto Miguel Ángel López, que lleva años colaborando con las monjas dominicas de Madre de Dios en las tareas de restauración del edificio, asegura que lo más urgente ahora es «buscar los medios económicos necesarios para montar un andamiaje en la iglesia que permita comprobar el estado de la yesería del arco toral».
Según los cálculos del arquitecto, serían necesarios entre 8.000 y 10.000 euros para instalar el andamiaje, fijar la yesería labor que tendrían que llevar a cabo restauradores de arte y, de paso, comprobar el estado del excepcional artesonado de madera de la iglesia, de formas mudéjares, solo comparable en la ciudad al del monasterio de San Clemente. Para reunir esta cantidad de dinero, inalcanzable para las rentas que produce la venta de dulces en el torno del convento, una plataforma de ciudadanos que desde hace años ayuda altruistamente a esta comunidad ha organizado para el próximo sábado, en colaboración con el Ayuntamiento de Sevilla y la Diputación de Málaga, un concierto benéfico en el Teatro Lope de Vega en el que intervendrán cuatro jóvenes orquestas: la Joven Orquesta Filarmónica de Sevilla, la Orquesta Sinfónica de Algeciras Amigos de la Música, la Joven Orquesta Provincial de Málaga y la Orquesta de la Escuela Provincial malacitana.
El precio de las entradas para el recital oscila entre los 10 y los 15 euros y se pueden adquirir en el propio convento (calle San José, 4), en el torno de venta de dulces, y también a través de jovenesorquestas200914@gmail.com. «Si conseguimos que se llene podremos obtener la cantidad suficiente como para montar el andamio y evaluar realmente cuál es la situación del artesonado y si necesita intervención», apunta Miguel Ángel López. El arquitecto del cenobio asegura, no obstante, que lo importante de este tipo de iniciativas es concienciar a la población de que el patrimonio es la cultura de los pueblos y de que, entre todos, debemos contribuir a su sostenimiento».
La fractura de una de las vigas del artesonado del coro, la restauración pendiente del artesonado de la zona conocida como el Palazuelo, lugar donde pernoctaba Isabel la Católica... Otras estancias del convento también esperan la llegada de fondos que permitan su rehabilitación. «Dios prooverá».
