La antigua láctea sevillana Yogan ganó a Yoplait en la Corte Arbitral de París una demanda multimillonaria que despejó, en 2001, la entrada de Central Lechera Asturana en su capital. Siete años después, la fábrica se enfrenta a otro Goliat llamado cierre.
La de la antigua Yogures Andaluces (Yogan) era una de esas pocas historias empresariales en las que el pequeño David gana al gigante Goliat. Corría el año 1998 cuando la multinacional francesa Yoplait rompía unilateralmente el contrato de fabricación y distribución que mantenía con esta firma sevillana, ubicada en Sevilla Este, muy cerca del Palacio de Exposiciones y Congresos.
Salió al rescate la compañía Corporación Alimentaria Peñasanta, que tiene en Asturiana su marca estrella, que, por entonces, quería penetrar con fuerza en Andalucía para aprovechar el vacío que dejaba Yoplait -una marca más barata que su inmediata rival, Danone-, que, de hecho, cesó su actividad comercial en España.
A la vez, Yogan, con un complejo accionariado de varias familias empresariales y socios ganaderos, concebía una demanda contra Yoplait ante la Corte Arbitral de París, en la que le reclamaba varias decenas de millones de euros por daños y perjuicios tras esa ruptura no pactada del contrato, y que de no ser por Asturiana la hubieran llevado a la quiebra.
El veredicto, contrario a Yoplait, David vencía a Goliat, llegaría mediado el año 2001. Se abría, así, la puerta para, con la indemnización -menor de la esperada- sanear las pérdidas que arrastraba la láctea hispalense, una exigencia ésta que despejaba la ansiada entrada de Central Lechera Astuariana en el accionariado de Yogan. De hecho, la absorbió.
Primero, Yogan se fusionó con su filial Hispalense Quesera, radicada en Carmona y que fabricaba los populares quesos Frescoy. Después, reducía capital, enjugaba los números rojos, volvía a ampliar capital -no suscrito por los antiguos socios- y quedaba absorbida por la compañía de Oviedo. Mientras, los administradores sevillanos salían tanto del accionariado como de la gestión de la láctea.
A partir de ahí, todo comenzaba a marchar, se acometen inversiones en la fábrica -por las que recibió subvenciones por parte de la Junta de Andalucía- y no se vislumbran problemas empresariales. Hasta 2007.
En efecto, el año pasado Asturiana cierra su planta de quesos y postres lácteos Frescoy y después la vende -junto con la marca- a la láctea murciana Montesinos, por 1,2 millones de euros. En la primavera pasada, comienzan a aparecer las noticias sobre el cierre o la venta del centro productivo de Sevilla, arguyendo la progresiva pérdida de cuota de mercado en la comunidad. El repliegue está decidido y no hay marcha atrás.