El martes pasado, la consejera de Educación, Mar Moreno, telefoneó a Javier Arenas para saber cuál sería su posición sobre las 128 medidas contra el fracaso escolar recogidas en el dictamen que iba a votarse en el Parlamento dos días después. Arenas consideraba muy importante el pacto educativo para su grupo, hasta el punto de querer asumir él mismo el protagonismo de la negociación con la consejera. Por eso esperó todo enero a que ésta les convocara, pero Moreno no lo hizo porque "el acuerdo se gestó en el Parlamento, y no pertenece al Gobierno".
Al teléfono, la consejera recordó al líder de la oposición que el pacto educativo, como tal, se estaba gestando en Madrid, en el Ministerio de Educación, y que lo que había hecho el grupo de trabajo por la convergencia educativa era recoger en un documento todas las medidas contra el fracaso escolar con las que PSOE, PP e IU estaban de acuerdo. Medidas estructurales porque, los tres partidos habían decidido dejar fuera del acuerdo todo lo que les divide ideológicamente y concentrarse en lo que les une.
El PP propuso ayer cosas que ya se habían depurado en el grupo de trabajo. Y el Gobierno no lo aceptó, entre otras cosas, porque inclinándose a la derecha, podía haber perdido el apoyo de IU, su compañero de viaje en la aprobación de la LEA. Arenas responsabilizó a Griñán de la ruptura del pacto, y le acusó de "ningunear a la consejera". Moreno fue más suave que el presidente, pero una vez se cerró el debate, puso las cartas sobre la mesa. "Arenas lleva enredando desde ayer para romper el clima de conciliación del grupo educativo. Al final su abstención era táctica, intentaban hacerle daño al presidente, no a mí. Lo de hoy es una estrategia para justificar el no", dijo. Moreno cree que Arenas no quiere pactar en Andalucía, mientras el pacto estatal esté en el aire, algo que el PP niega rotundamente.
