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Paisaje cultural

En la pasada semana se ha celebrado en Madrid el IV Congreso Europeo de Investigación Arquitectónica y Urbana (EURAU) convocado bajo el epígrafe general del Paisaje Cultural. La arquitectura, como no podría ser de otra manera...

el 14 sep 2009 / 22:56 h.

En la pasada semana se ha celebrado en Madrid el IV Congreso Europeo de Investigación Arquitectónica y Urbana (EURAU) convocado bajo el epígrafe general del Paisaje Cultural. La arquitectura, como no podría ser de otra manera, es extraordinariamente sensible a las tendencias del pensamiento y las prácticas culturales. La posmodernidad ha tenido en la arquitectura una de sus expresiones sustantivas, y se implicó intensamente en el estructuralismo, la semiótica o el ecologismo. Pero siempre lo hace paradójicamente, debido a esa rara condición de pertenencia simultánea a los dominios del arte y la técnica, la economía y la política.

El proceso dramático de la urbanización en el último medio siglo o la madurez tecnológica que se va alcanzando, conviven con vectores conceptuales de indudables consecuencias prácticas como ha sido la dimensión patrimonial de las ciudades y está siendo el marco de referencia transversal que constituye el paisaje urbano y territorial, entendido como un "constructo" que los humanos realizamos a través de los fenómenos de la cultura. Los paisajes culturales, como dice la UNESCO, representan las creaciones cambiantes de la naturaleza y el ser humano; e ilustran la evolución de la sociedad y de los asentamientos humanos en el curso de la historia, como manifestaciones de la relación entre el medio y las sucesivas fuerzas sociales, económicas y culturales, tanto internas como externas. Y, para bien o para mal, la arquitectura es instrumento principal, aunque no único, en tales manifestaciones.

Como suele suceder, en este congreso disfrutamos de excelentes contribuciones al encuentro arquitectónico y pluridisciplinar del paisaje, como los rigurosos y sugestivos trabajos de Kathryn Gustafson; pero también pudimos preocuparnos ante propuestas de "arquitectos estrella" que pretenden justificar su debilidad ofreciéndo "simulaciones" de la naturaleza, como el mastodóntico y controvertido "monte artificial" de la Ciudad de la Cultura de Peter Eisenman en el entorno de Santiago de Compostela, o la operación inmobiliaria, enmascara de "restitución geográfica", que en la playa de las Teresitas de la isla de Tenerife se quiere llevar a cabo con proyecto de la oficina de Dominique Perrault.

Días antes había tenido la oportunidad de volver a apreciar lo que es algo mas que una buena práctica: la auténtica herencia de "paisaje cultural" que en Lanzarote dejó el artista Cesar Manrique. Y hacerlo teniendo la feliz oportunidad de apreciar como se recupera José Saramago en su estado de salud, verle dictar a El País sus palabras de recuerdo y homenaje a Ángel González, y disfrutar con la extraordinaria exposición que Fernando Gómez Aguilera le ha dedicado en la Fundación Cesar Manrique. Saramago es la mas hermosa manifestación de cómo, desde su llegada a la isla, el paisaje cultural de Lanzarote ha crecido en su condición universal y contemporánea. Su huella forma parte de la imagen con que representamos ese territorio.

Víctor Pérez Escolano es catedrático de Arquitectura de la Hispalense

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