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Paniaguados y comensales

Un sacerdote sevillano, canónigo por más señas, fue paniaguado de una familia bien de las de la ciudad, que le dio cobijo y carrera eclesiástica y a la que sirvió con agradecimiento durante toda su vida...

el 15 sep 2009 / 06:49 h.

Un sacerdote sevillano, canónigo por más señas, fue paniaguado de una familia bien de las de la ciudad, que le dio cobijo y carrera eclesiástica y a la que sirvió con agradecimiento durante toda su vida, porque entendió que no compraba sus voluntades, sino que le abrieron nuevos horizontes a una vida que de niño se le presentaba amarga y difícil.

Los paniaguados, relacionados las más de las veces con acciones de caridad y benevolencia, comieron en el principio pan y agua. A cambio, realizaban labores domésticas o de mayor enjundia, según se les necesitase. Después, la evolución de las relaciones humanas permitió que además de pan y agua tomasen otras viandas, e incluso manjares, lo que hizo que los paniaguados, convertidos en barrigas agradecidas, no sólo ayudaran en las tareas del hogar, sino que actuaran por su cuenta como auténticos emisarios a sueldo de sus benefactores, a quienes llegan a sustituir en la toma de decisiones y en la puesta en marcha de estrategias, sacando pecho y enseñando la cara, que ser paniaguado no es insulto, sino categoría a medio camino entre el alto funcionario y la claque de teatro.

Lógicamente, el mayor y mejor desempeño de funciones de paniaguado debe llevar aparejado un incremento de sus emolumentos, nunca dinerarios, sino gastronómicos, por lo que adquieren la categoría de comensales. Ahora leo en los periódicos un cuestionamiento de las rutas gastronómicas de cinco comensales del Consejo Audiovisual, con la oposición del PP e IU, de quienes no entiendo su malestar por el pago, si no han cuestionado el desempeño de la función.

Consultor de comunicación

isidro@cuberos.com

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