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Papel de periódico

Alertan ahora los grandes prohombres del periodismo mundial sobre la continuidad de los periódicos de papel y empiezan a mirar hacia dentro al constatar que la grave crisis económica mundial no es la única culpable de la desaparición de más de 150 periódicos...

el 16 sep 2009 / 02:55 h.

Alertan ahora los grandes prohombres del periodismo mundial sobre la continuidad de los periódicos de papel y empiezan a mirar hacia dentro al constatar que la grave crisis económica mundial no es la única culpable de la desaparición de más de 150 periódicos en Estados Unidos y el despido de más de 23.000 periodistas, sino la propia pérdida del papel del periódico como soporte publicitario, como consecuencia sucesiva de la perdida de calidad, de contenido, de lectores y de sitio en el mundo globalizado de las nuevas tecnologías.

El papel de periódico me lo daban en todas las casas diciendo que era para el viaje de fin de curso de los Salesianos de Triana y lo vendíamos mi hermano y yo al chatarrero de la calle Febo. En ninguna casa nos decían que no, porque había periódicos. Aquello no era reciclaje en nuestra conciencia, sino veinte duros para comprar las ruedas de la bicicleta. En esas casas ya no hay periódicos. Si acaso, hoy nos darían varios coches teledirigidos viejos y alguna que otra Nintendo. Había otro tipo de reutilización, clavado con una puntilla en la pared del retrete en algunos bares, de donde me vino más tarde la idea patentada de cuentos de a medio metro para entretener en papel higiénico la aburrida espera. Pero los autores le dan a sus obras menos valor que al soporte que las sustenta y aun no ha sido posible.

El papel del periódico nos ha acompañado durante más de trescientos años, pero la prisa de la sociedad no puede esperar la impresión de las noticias que ya le adelantan otras tecnologías. Además, del periódico de papel se ha pasado al periódico de trincheras políticas, que incrementa el descrédito acumulado.

Se acabará el papel de periódico, pero seguirá existiendo el periodismo mientras haya una arruga social por descubrir y un periodista que quiera contarlo. Sólo hay que darle a la obra (el periodismo, el reportaje, la información) más valor que al papel que la contiene. Y no viene mal un poco de autocrítica.

Consultor de comunicación

isidro@cuberos.com

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